martes, 27 de diciembre de 2011

CITAS CITABLES: El Pecado de la Incredulidad


Dos citas de Charles Spurgeon del sermon, Una Impugnación Solemne a Los Incrédulos.

“Oye, o incrédulo, has dicho, ‘No puedo creer’, pero sería más honesto si hubieras dicho, ‘No quiero creer.’ La malicia se halla ahí. Tu incredulidad es tu culpa, y no tu desgracia. Es una enfermedad, pero también es un crimen: es una terrible fuente de miseria para ti, pero es justamente así, pues es una ofensa atroz contra el Dios de la verdad.”

“¿No oí a alguien decir, ‘Ah, señor, he estado tratando de creer por años’? ¡Terribles palabras! Estas empeoran tu caso. Imagínate que después de que haya hecho una afirmación, un hombre declare que no me creyera, y de hecho que no pueda creerme aunque quisiera hacerlo. Yo ciertamente me sentiría ofendido; pero la situación se empeoraría si él agregara: ‘De hecho, he estado tratando de creerte por años, pero no lo puedo hacer’. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Qué podría querer decir si no es que yo soy tan incorregiblemente falso, y un mentiroso confirmado de tal manera que, aunque él quisiera confiar en mí, no lo puede hacer? ¿Que con todo el esfuerzo que puede hacer a mi favor, él encuentra el creerme fuera de sus habilidades? Ahora, un hombre que dice ‘He estado tratando de creer en Dios’ en realidad dice justo eso acerca del Altísimo.”



miércoles, 21 de diciembre de 2011

TODO SOBRE DIOS Y ASESINAR PARTE 2b



Agrego una razón más a mi lista de razones por las cuales un creyente viviendo bajo el Nuevo Pacto no debe asesinar:

3) El Nuevo Pacto no contiene leyes ceremoniales. Además de leyes judiciales, Dios estableció leyes ceremoniales para el pueblo de Israel, como leyes dietéticas estrictas (que tipos de animales podían comer y cuáles no, cómo debían cocinar ciertas comidas, etc.), cómo debían vestirse, ordenanzas de ofrecer sacrificios de animales en el templo, ordenanzas de celebrar y guardar ciertas fiestas especiales para Dios (como el día de reposo), hasta como debían lavarse las manos en ciertos casos…y muchas otras. La consecuencia de no obedecer muchos de estos mandatos era la pena de muerte. Estas costumbres establecidas por Dios separaban al pueblo de Israel de las otras naciones. Obedeciéndolas, ellos vivirían vidas más sanas que otros pueblos (siguiendo las leyes dietéticas y de higiene, por ejemplo)…pero de mayor importancia, las leyes ceremoniales asegurarían que la nación de Israel sea distinta a todas las demás naciones, y eso es justamente lo que Dios quería—un pueblo como ningún otro, no contaminado por las costumbres paganas de los demás pueblos, totalmente santo y apartado para Sí mismo y Su propia gloria.

La Biblia nos dice que todas las cosas escritas en el Antiguo Testamento, incluyendo dichos mandatos y ordenanzas, fueron escritas para la amonestación de los creyentes bajo el Nuevo Pacto (Rom.15:4; 1 Cor.9:9-10; 1 Cor.10:11). Las leyes ceremoniales eran minuciosas y traían consecuencias severas a los que se rebelaban contra ellas, pero esto es porque estas leyes fueron dadas con un propósito específico; ellas contenían verdades espirituales que iban a ser reveladas en el futuro. Una de las verdades más evidentes que Dios quería comunicar a nosotros por medio de estas leyes ceremoniales es la necesidad de los creyentes de vivir en santidad. Así como las ordenanzas dadas al pueblo de Israel les exigían a vivir vidas totalmente apartadas para Él, sin contaminarse con el mundo, el Señor dice que los creyentes del día de hoy son un “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios” (1 Pedro 2:9). El Nuevo Testamento en muchas partes nos exhorta a no contaminarnos con el pecado del mundo y no amar las cosas del mundo. En cambio debemos presentar nuestros cuerpos y vidas como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios (Rom.12:1-2). Y así como no seguir las leyes ceremoniales que Dios había mandado en el Antiguo Pacto podía resultar en muerte y separación del pueblo de Dios, Él de igual manera amonesta a todos los que afirman ser creyentes y parte del cuerpo de Cristo a huir de la maldad y cuidarse, ya que sin la santidad, “nadie verá al Señor” (Heb.12:14). Los que siguen las obras de la carne no heredarán el Reino de Dios (Gal.5:21).

Colosenses 2:16-17 también nos dice que las reglas del Antiguo Pacto con respecto a comidas, días de fiesta, lunas nuevas (celebraciones una vez al mes), y días de reposo eran solamente sombras de lo que iba a venir después. Por ejemplo, las leyes con respecto a cuáles animales los israelitas podían comer (ciertos animales como los cerdos eran considerados inmundos) en realidad representaban la distinción entre los judíos y los gentiles. En Hechos 10 el Señor revela al apóstol Pedro por medio de una visión que lo los animales que antes eran inmundos, ahora Dios los ha declarado limpios. El significado de esta visión iba más allá que la comida—la verdad que Dios estaba comunicando era que los gentiles, antes considerados como “inmundos” por los judíos, ahora serían “limpios”; es decir, serían incluidos en el Nuevo Pacto.

De igual manera, la ley del día de reposo era una sombra del verdadero reposo, Cristo Jesús. Así como que en seis días los judíos trabajaban y en el séptimo descansaban, todos aquellos que han dejado de “trabajar” (tratar de salvarse a sí mismos por sus obras), y en lugar de esto han confiado en la obra completada una vez por todas por Jesucristo, están descansando en Él (Hebreos 4:1-11; Mat.11:28). El sábado es un símbolo de la salvación que se encuentra en Cristo y también de la salvación final del cielo que los creyentes disfrutarán una vez que su labor por Dios ha terminado en la tierra.

Una vez que Cristo murió en la cruz y estableció el Nuevo Pacto, todos los mandamientos ceremoniales fueron cancelados y abolidos (Efe.2:14-15; Col.2:14). Ya no había necesidad de ellos porque la cosa que representaban ya había llegado. Por lo tanto, los creyentes del día de hoy no están obligados a obedecerlos—y menos a matar a aquellos que no los obedecen.

martes, 13 de diciembre de 2011

TODO SOBRE DIOS Y ASESINAR PARTE 2a



Seguimos con nuestro estudio sobre este tema controversial. (Más vale tarde que nunca). Esta vez quiero responder la siguiente objeción específica:

¿Por qué no debe un cristiano matar si en el Antiguo Testamento mataban?


Es cierto que el Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de violencia. Hay muchos relatos verídicos de guerras sangrientas y grandes matanzas, como cuando Dios mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto (Exo.12:29-30); o cuando David y sus hombres de guerra mataron a doscientos filisteos y trajeron al rey Saúl los prepucios de ellos (1 Sam.18:25-27); o aun cuando, bajo la orden de Dios, los israelitas derrotaron y destruyeron a todos los de Jericó (Josué 6:21) —incluyendo las mujeres, niños, bebes y animales. Aparte de esos ejemplos, Dios instituyó varias leyes severas en Israel, como el mandato de matar a homosexuales (Lev.20:13) y a los niños desobedientes (Deut.21:18-21). Dios incluso mando a los israelitas a matar a un hombre por sólo recoger leña en el día de reposo (Num.15:32-36). 

Desde una perspectiva postmoderna y humanista secular, parece difícil reconciliar los pasajes de arriba con la idea de un Dios “bondadoso”, “amoroso” y “justo”. Pero bueno…se tratará con ese “problema” (como si Dios en realidad necesitara que le defendamos) en una entrada posterior. 

Pero ahora quiero enfocarme en la cuestión de los cristianos y si las reglas del Antiguo Testamento aplican a ellos o no en el día de hoy. Críticos y burladores de la Biblia a menudo acusan a los cristianos de no ser consistentes en su interpretación de la Biblia, debido a que no siguen el “patrón bíblico” de la Biblia de hacer guerras, de tener esclavos, y de matar a los que tienen preferencias personales que no concuerdan con la Palabra de Dios. Dichas personas señalan una supuesta contradicción más en la teología de los cristianos. Pero los que dan tales acusaciones ignoran varias verdades bíblicas, las cuales son que:

1. Los cristianos no viven bajo el Antiguo Pacto, sino bajo el Nuevo. Dios estableció el Antiguo Pacto con Moisés y el pueblo de Israel (véase Éxodo 19-24). Pero más de mil trescientos años después, cuando Jesús vino a este mundo, Él estableció un Nuevo Pacto con Su pueblo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20).  Con Su muerte redentora en la cruz Cristo compró e inició un pacto nuevo por ellos.

Hebreos 8
nos explica más sobre la relación entre los dos pactos, comparando el Nuevo con el Antiguo. Hablando de Jesucristo, el autor de Hebreos dice:

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el Suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice:
‘He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto…’”  (Vss.6-9)

Este pasaje hace referencia a la promesa de Dios de crear un nuevo pacto, dada por medio del profeta Jeremías (véase Jer.31:31-34). Versículo 13 del mismo capítulo de Hebreos también nos dice: 
“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” 
Si algo es claro de las referencias bíblicas de arriba, es que el Antiguo Pacto ha sido eliminado, y los cristianos son partícipes de un pacto distinto y mejor que aquel que fue  establecido anteriormente.  

2. El Nuevo Pacto no contiene leyes judiciales, ni se trata de un reino terrenal. El Antiguo Pacto estaba basado en un sistema teocrático—un reino físico y terrenal gobernado por Dios y los líderes que Él establecía. Por lo tanto era necesario crear un sistema de leyes y castigos judiciales (como la pena capital para los rebeldes y transgresores de la Ley). Estas leyes mantendrían el orden y la justicia en el reino.  
En cambio, los cristianos bajo el Nuevo Pacto no tienen un país y gobierno terrenal; ellos son “extranjeros y peregrinos” en este mundo (1 Ped.2:11; Heb.11:13). No tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos una por venir, una patria mejor (Heb.11:16, 13:14).


Esto es porque cuando Jesucristo vino, Él vino para establecer un reino espiritual y no uno físico. Los judíos de Su tiempo estaban esperando a un Mesías que les libertara del cautiverio al Imperio Romano. Ellos no comprendieron que Su primera venida era para liberar a Su pueblo (judíos y gentiles incluidos) de la esclavitud al pecado y la muerte. Él tenía que venir primero como el siervo sufriente descrito en Isaías 53 y ser la propiciación por los pecados de todos los que creerían. Un día Él reinará físicamente sobre toda la tierra—en Su segunda venida, cuando todos Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies (Heb.1:13). Un día Su reino llegará en una manera visible y poderosa sobre todo el universo. Pero mientras tanto, como Él mismo dijo cuando los judíos le arrestaron para crucificarle: 

“Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” (Juan 18:36). 

Los discípulos de Cristo no matan, pelean ni hacen guerra para avanzar el reino de Dios. La lucha de los cristianos no es “contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe.6:12). Los enemigos de los creyentes son espirituales (el diablo y sus huestes), y por lo tanto ellos son amonestados a ponerse armadura espiritual y no física (Efe.6:13-18). “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales…” (2 Cor.10:3-4). 


Por esta razón, el mandato de Cristo para Sus discípulos no fue que formen un estado soberano cristiano con un sistema de leyes teonomicas. Él nos mandó a ir por todo el mundo proclamando el Evangelio y haciendo discípulos (Mat.28:19; Mar.16:15). La meta de todo creyente es avanzar el mismo reino espiritual que Jesucristo trajo cuando vino. 

Por lo tanto, en el Nuevo Testamento no encontrarás leyes como las del Antiguo—ordenes de Dios de matar a los infractores de Sus mandamientos. A lo contrario, Dios promete que Sus mismos discípulos serán perseguidos, odiados y matados por su fe (Mat.10:16-22; Rom.8:36; 2 Tim.3:12, etc.). Y la respuesta que nosotros como creyentes debemos tener hacia este odio y persecución no es pagar mal por mal, sino amar, bendecir y orar por nuestros enemigos (Rom.12:17; Mat.5:43-45; Luc.6:2-29, etc.). Dios no nos ha llamado vengarnos, sino a estar en paz con todos los hombres (Rom.12:18-19). 

A continuación daré otras razones por las cuales un cristiano que vive bajo el Nuevo Pacto no está obligado a matar ni cumplir la mayoría de las leyes dadas por Dios a Moisés.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Aguas Vivientes Pronto a Estrenar Película 180 en Español

¿Que tienen que ver Adolfo Hitler, el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, y la controversia moderna sobre el aborto?  ¿Que hizo que tantas personas entrevistadas, que estaban a favor del aborto, cambien de manera de pensar en sólo segundos?

Ve180 y sabrás. Esta película sólo dura 33 minutos y vale la pena de ver.

180 se estrenará a través de la cadena de televisión Enlace el próximo sábado 10 de diciembre a las 11:30 AM, Tiempo del Centro.
 Si no tienes este canal de televisión lo podrás ver por medio de su página web: www.enlace.org.

Abajo podrás ver dos videos promocionales en español de 180:
 






martes, 6 de diciembre de 2011

CITAS CITABLES



“Un hombre me dice: ‘¿Podrías explicarme las siete trompetas de Apocalipsis?’ 
No, pero puedo soplar una en tu oreja, y advertirte a que escapes la ira venidera.”

 -Carlos Spurgeon