Por supuesto, la respuesta a esa pregunta es un enfático "NO". Pero la siguiente cita tocante al Pacto Abrahámico y su relación con el Pacto Mosaico y el Nuevo Pacto podría (si leída sola sin conocer a este teólogo) confundir a cualquier persona estudiando este asunto y hacerle pensar que está leyendo las palabras de un bautista. Por esta cita Hodge demuestra que, respecto a este tema, tenía una postura muy similar a la de muchos bautistas como John Bunyan y Nehemiah Coxe. El único problema es que esta postura completamente desmantela el fundamento de la teología paedobautista. Como lo explica el pastor Jeffrey Johnson en su libro El Defecto Fatal de la Teología del Bautismo de los Bebés, confundir la naturaleza dual del Pacto Abrahámico es totalmente arruinar la continuidad y discontinuidad entre los pactos. La siguiente es una cita de Hodge contenida en este libro.
[Aclaración: yo no creo que Dios hizo dos pactos con Abraham, sino más bien que el pacto Abrahámico tiene una naturaleza dicótoma. Este pacto en su esencia es dos pactos en uno.]
“Debe ser recordado que había dos pactos hechos con Abraham. Por el uno sus descendientes naturales por medio de Isaac eran constituidos en una mancomunidad, una comunidad externa y visible; por el otro sus descendientes espirituales eran constituidos en una iglesia [por supuesto invisible, ya que en ese tiempo la única organización formal era la de la ley]. Las partes que pertenecían al primer pacto eran Dios y la nación; las que pertenecían al otro eran Dios y su pueblo verdadero. Las promesas del pacto nacional eran bendiciones nacionales; las promesas del pacto espiritual (i.e. el pacto de gracia) eran bendiciones espirituales, como reconciliación, santidad y vida eterna. Las condiciones de un pacto [el Antiguo] eran la circuncisión y la obediencia a la ley; la condición del otro era, y siempre ha sido, la fe en el Mesías, como la simiente de la mujer, el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. No puede haber un error más grande que confundir el pacto nacional con el pacto de gracia [es decir, el Antiguo Pacto con el Nuevo], y la mancomunidad establecida sobre la una con la Iglesia establecida sobre la otra. Cuando Cristo vino, la “mancomunidad” fue abolida, y nada fue puesto en lugar de este. La Iglesia [ahora hecha visible] permaneció. No había un pacto externo, ni la promesa de bendiciones externas, sobre la condición de ritos externos y sujeción. Existía una sociedad espiritual con promesas espirituales, sobre la condición de la fe en Cristo. Por lo tanto, la Iglesia, en su naturaleza esencial, es una compañía de creyentes y no una sociedad externa que requiere meramente la profesión externa como la condición para la membrecía.”
Jeffrey Johnson, El Defecto Fatal de la Teología del Bautismo de los Bebés. Citando
a Charles Hodge, Princeton Review (Revista Princeton), octubre del 1853.