Esta fue una carta que John MacArthur escribió a sus constituyentes en 1988:
YO CREO EN LA PRECIOSA SANGRE
Por John MacArthur
Cualquiera que viola la ley de Moisés
muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor
castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y
ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha
ultrajado al Espíritu de gracia?
Hebrews 10:28-29
Estimado y amado amigo,
La
sangre de Jesús es santa y preciosa. El derramamiento de Su sangre en Su muerte
fue el precio de la expiación por nuestros pecados. Mientras que Él
literalmente derramó Su sangre en un acto sacrificial, Él selló para siempre el
Nuevo Pacto y compró nuestra redención.
Los de ustedes que están familiarizados
con mis enseñanzas saben que yo siempre he creído y afirmado todo eso. Pero en
los últimos dos o tres años, sin embargo, he sido atacado por un grupo pequeño
pero ruidoso de hombres que tienen muchas ganas de desacreditar mi ministerio.
Ellos me han acusado de negar la sangre de Cristo y me han llamado un hereje en
varias publicaciones distribuidas a nivel nacional.
Mi primer respuesta fue escribir
a esos hombres en privado, creyendo que sus ataques hacia mi originaron con un
malentendido. Ningunos de ellos me habían hablado personalmente antes de
atacarme por las publicaciones. Solo un puñado de ellos hasta ahora han
respondido a mis cartas. Con todo eso, yo esperaba que la controversia pública
pronto desapareciera. Mis enseñanzas ciertamente no son ningún secreto, y sabía
que los que me oyen regularmente en nuestro programa de radio reconocerían que
no estoy enseñando una herejía.
Sin embargo, por casi tres años un grupo pequeño
de zelotes han mantenido vivo el asunto en todo ministerio con el cual estoy
involucrado. Un hombre literalmente ha hecho su carrera ir a cualquier iglesia
en el país que pague por su pasaje y dar una serie de mensajes sobre el error
del “MacArthurismo.” Recientemente, un par de estaciones de radio principales
han rechazado a “Grace to You”, no por algo que hayamos enseñado en la
transmisión, sino porque no quisieron seguir tratando con la controversia generada
por los que chismean.
En los últimos dos años hemos recibido miles de
cartas por todas partes del país, de personas que respaldan nuestro punto de
vista bíblico, de personas que están confundidas, de algunos que ciegamente
repiten la acusación de que estamos hollando bajo nuestros pies la sangre de
Cristo. Por el bien de todos ellos, y para que tú puedas entender mejor lo que
he enseñado sobre la sangre de Cristo, miremos tres verdades que yo y todos los
demás creyentes genuinos afirmamos sobre la sangre de Jesucristo.
1. LA
SANGRE DE JESÚS ES EL FUNDAMENTO DE LA REDENCIÓN
Pedro
escribió: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o
plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y
sin contaminación” (1Ped. 1:18-19). Las Escrituras hablan de la sangre de
Cristo casi tres veces más de que mencionan la cruz, y cinco veces más de que
hacen referencia a la muerte de Cristo. La palabra sangre, por lo tanto, es el término principal que el Nuevo
Testamento usa para hacer referencia a la expiación.
Pedro escribió que la elección
es “para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 Ped.1:2). El
rociar “con la sangre” fue lo que selló el Nuevo Pacto (cf. Heb.9:1-18). “Sin
derramamiento de sangre no hay perdón” (v.22). Si Cristo no hubiera derramado
Su sangre de manera literal en sacrificio por nuestros pecados, nunca podríamos
haber sido salvos.
Esta fue una de las razones por
las cuales la crucifixión fue el medio que Dios ordenó por el cual Cristo tenía
que morir: fue la demostración más vivida y visible de Su vida siendo derramada
por el precio de pecados.
El derramamiento de sangre
también fue el diseño de Dios para casi todos los sacrificios del Antiguo
Testamento. Estos fueron sangrados en vez de golpeados, estrangulados o
quemados. Dios diseñó que la muerte sacrificial ocurriera con la pérdida de
sangre: “Porque la vida de la carne está en la sangre” (Lev.17:11).
2. JESÚS
DERRAMÓ SU SANGRE LITERAL CUANDO MURIÓ
La sangre literal de Cristo fue derramada
violentamente en la crucifixión. Los que niegan esta verdad o tratan de
espiritualizar la muerte de Cristo son culpables de corromper el mensaje del
Evangelio. Jesucristo sangró y murió en el sentido literal más pleno, y cuando
se levantó de entre los muertos, literalmente fue resucitado. Negar la realidad
absoluta de estas verdades es invalidarlas (cf. 1 Cor.15:14-17).
Sin embargo, el significado de la crucifixión no
es expresado plenamente en solo Su sangrar. No había algo sobrenatural en la
sangre de Jesús que santificaba a los que tocaba. Los que le azotaron quizás
fueron salpicados con sangre. Pero esa aplicación literal de la sangre de Jesús
no hizo nada para purgar sus pecados. Si el Señor hubiera sangrado sin morir,
la redención no hubiera sido cumplida. Si la expiación hubiera sido detenida
antes de que el pago del pecado en su totalidad hubiera sido satisfecho, el derramamiento
de sangre de Jesús hubiera sido en vano.
Es importante notar también que aunque Cristo
derramó Su sangre, las Escrituras no
dicen que Él murió desangrado; estas enseñan más bien que Él voluntariamente
entregó Su espíritu (Juan 10:18). Y aun esa muerte física no hubiera podido comprar
la redención aparte de Su muerte espiritual, en la cual Él fue separado del
Padre (cf. Mat.27:46).
3. NO
CADA REFERENCIA A LA SANGRE DE JESÚS ES LITERAL
Evidentemente, aunque Cristo derramó su sangre
literal, muchas referencias a la sangre no fueron escritas con la intención de
ser entendidas en un sentido literal. Una interpretación literal estricta no
puede, por ejemplo, explicar tales pasajes como Juan 6:53-54: “Jesús les dijo:
De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Sería igualmente difícil explicar cómo la sangre
física es descrita en Mateo 27:25 (“Su sangre sea sobre nosotros, y sobre
nuestros hijos”); Hechos 5:28 (“y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese
hombre”); 20:26 (“estoy limpio de la sangre de todos”); y 1 Corintios 10:16 (“La
copa de bendición… ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?”).
Obviamente la palabra sangre es usada a menudo para significar más que el fluido rojo
literal. Por lo tanto cuando las Escrituras hablan de la sangre de Cristo, normalmente
significan mucho más que los glóbulos rojos y blancos—abarcan Su muerte,
sacrificio por nuestros pecados, y todo lo que es involucrado en la expiación.
Tratar de convertir en literal a cada referencia
de la sangre de Cristo puede llevarnos al error serio. La doctrina católica conocida
como la transubstanciación, por
ejemplo, enseña que el vino de la comunión se transforma milagrosamente en la verdadera
sangre de Cristo, y los que toman parte de los elementos en la misa
literalmente cumplen las palabras de Jesús en Juan 6:54: “El que come mi carne
y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Los que me han atacado parecen proponer el mismo
tipo de punto de vista místico de la sangre que guío a la Iglesia Católica a
abrazar la transubstanciación. Ellos afirman que la sangre de Cristo nunca fue verdaderamente
humana. Insisten en tomar literal cada referencia a la sangre de Jesús en el
Nuevo Testamento. Ellos enseñan que la sangre física de Cristo de alguna manera
fue preservada después de la crucifixión y llevada al cielo, donde ahora es
aplicada de manera literal al alma de cada cristiano en su salvación.
No somos salvos por una aplicación celestial y mística
de la sangre literal de Jesús. Nada en las Escrituras nos indica que la sangre
literal de Cristo es preservada en el cielo y aplicada a los creyentes
individuales. Cuando las Escrituras dicen que somos redimidos por la sangre (1
Ped.1:18-19), no están hablando de un tazón de sangre en el cielo. Lo que
quieren decir es que somos salvos por la muerte sacrificial de Cristo.
De la misma manera, cuando Pablo dijo que se
gloriaba en la cruz (Gál.6:14), no se refería a las vigas de madera literales;
él estaba hablando de todos los elementos de la verdad redentora. Así como la
cruz es una expresión que incluye toda la obra redentora de Cristo, también la
sangre lo es. No es el líquido real que nos limpia de nuestros pecados, sino la
obra de la redención que Cristo cumplió al derramarlo.
Eso no es herejía; es la verdad bíblica básica.
Si has sido turbado por estos asuntos y quisieras
estudiarlos en más detalle, por favor escríbenos. Te enviaremos de manera
gratuita un casete conteniendo prácticamente todo lo que he enseñado sobre la
sangre de Cristo. Hemos compilado este casete de casi veinte años de mensajes
dados en Grace Community Church. También tenemos algunos materiales escritos
que explican nuestra postura, que te enviaremos, nuevamente, libre de costo.
Espero que seas como los bereanos nobles y
estudies la Palabra de Dios por ti mismo para ver si estas cosas son ciertas.
Por favor no seas influenciado por acusaciones imprudentes de herejía.
También, por favor ora por mí. Estos ataques han
sido implacables, y confieso que a veces es desalentador. Sin embargo conozco
que uno no puede estar en la vanguardia sin tener batallas constantes, y es un
privilegio sufrir el agravio por el Señor (1 Ped.4:19).
Gracias por tus oraciones y apoyo. Por favor oren
que Dios nos proteja mientras buscamos ministrar Su verdad con denuedo.
Suyo en Su Servicio,
John MacArthur
Pastor-Maestro
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