por G.D. Watson
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará.”
(Mateo 16:24-25)
Si Dios te ha llamado a ser
como Jesús verdaderamente en todo tu espíritu, Él te guiará a una vida de
crucifixión y humillación. Pondrá sobre ti tales demandas de obediencia que no
vas a poder imitar a los otros cristianos. En muchas maneras, parecerá que Él
permite a otras buenas personas hacer ciertas cosas que a ti no te permite.
Otros que parecen ser muy
religiosos y útiles pueden esforzarse, tirar de algunos hilos y seguir ciertos
esquemas para realizar sus planes, pero tú no puedes hacer lo mismo. Si lo
intentas, enfrentaras a tanto fracaso y reproche del Señor que terminarás
profundamente arrepentido.
Otros pueden jactarse de sí
mismos, de su trabajo, de sus éxitos, de sus escritos, pero el Espíritu Santo
no te permitirá hacer ninguna de estas cosas. Si lo intentas, Él te guiará a
una profunda mortificación que te hará despreciarte a ti mismo y detestar todas
tus "buenas” obras.
A otros les será permitido
tener éxito ganando grandes cantidades de dinero, o habiendo recibido una
herencia, o viviendo lujosamente, pero Dios quizás solo supla tus necesidades
de día en día, porque Él quiere que tengas algo mucho mejor que el oro: una
dependencia total en Él, y en los tesoros suyos que no puedes ver.
El Señor permitirá que otros
sean honrados y reconocidos mientras que tú estés escondido en la oscuridad,
porque quiere producir un fruto selecto y fragante para su gloria venidera que
se produce solo en la sombra.
Dios podrá permitir que otros
sean grandes, pero te mantendrá pequeño. Permitirá a otros obrar por Él y
recibir el merito, pero Él hará que tu trabajes duro sin saber cuánto estás
haciendo. Y luego, para hacer que tu obra sea aun más preciosa, permitirá que
otros reciban el mérito por la obra que has hecho; para enseñarte el mensaje de
la Cruz, de la humildad, y un poco del valor de estar encubierto con su
naturaleza.
El Espíritu Santo mantendrá
una vigilancia estricta sobre ti, y con un amor celoso te reprenderá por tus
palabras y sentimientos ociosos, o por gastar el tiempo; algo que no parece
preocupar a los demás cristianos.
Entonces, decídete y entiende
que Dios es soberano e infinito y tiene todo el derecho de hacer lo que le
parezca con los suyos, y que probablemente no te dé una explicación para miles
de cosas que pueden confundir tu razón en sus tratos contigo.
Dios te tomará la palabra. Si
te entregas totalmente para ser su esclavo, Él te envolverá en su amor celoso y
permitirá que las otras personas digan y hagan muchas cosas que tú no podrás
hacer o decir. Resuélvelo ahorita, para siempre; si tratarás directamente con
el Espíritu Santo, Él tendrá el privilegio de amarrarte la lengua o encadenarte
la mano o cerrarte los ojos en formas que los demás no son tratados. Sin
embargo, conoce este gran secreto del Reino:
Cuando estés totalmente controlado por el Dios Viviente, de tal manera que en
el lugar secreto de tu corazón estés contento y gozoso por esta guardia y
mantenimiento tan peculiar, personal, privado y celoso del Espíritu Santo sobre
tu vida, habrás encontrado el vestíbulo del cielo, el supremo llamado de Dios.
G.D. Watson (1845-1924) Ministro y evangelista wesleyano, metodista, radicado
en Los Ángeles. Sus campañas evangelísticas lo llevaron a Inglaterra, las
Antillas, Nueva Zelandia, Australia, Japón y Corea. Ha escrito varios libros.
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