Estaba leyendo el Evangelio de Mateo hoy, y llegué al capítulo 13, donde Jesús da la parábola del sembrador. He leído esta parábola muchas veces, pero esta vez me asombré al darme cuenta de cuán buena es esta ilustración del sembrador y las diferentes semillas. La verdad de lo que puede suceder con semillas esparcidas en un campo describe tan perfectamente la realidad de lo que sucede en el mundo espiritual cuando la semilla de la Palabra de Dios llega a los corazones de las personas. Es como si Dios haya creado todo el sistema de la agricultura sólo para que esto pueda servir de analogía para nosotros, para hacernos ver verdades espirituales.
Nosotros como seres humanos dependemos mucho de ilustraciones, analogías y comparaciones para aprender. Somos aprendedores visuales—Dios nos ha creado de esta manera.
Ahora, es verdad que Jesús hablaba en parábolas principalmente para que la mayoría de las personas que las oían no entiendan y crean. Pero para los que sí fue revelado el significado de ellas, como sus discípulos y cualquiera que simplemente lea la Biblia, se nos hace más fácil (e interesante) aprender esas verdades bíblicas cuando nos la dan en forma de una analogía. Dios en la Biblia nos habla por medio de muchas parábolas, metáforas, ilustraciones e historias reales de las cuales podemos sacar muchas lecciones importantes para nuestra edificación y corrección.
Así que, de la misma manera, cuando compartas el Evangelio con alguien o prediques al aire libre, es una buena idea usar ilustraciones que puedan ayudar a las personas entender el mensaje del Evangelio.
Una analogía que yo a menudo uso es la del tribunal. Muchos creen que Dios los perdonará de sus pecados sólo porque le piden que lo haga. Creen en un dios de amor que pasará por alto sus pecados. Por eso comparo su situación con la de un criminal delante de un juez. Lo explico de una manera semejante a esta:
Imagínate que eres un criminal culpable que está siendo juzgado por un crimen muy serio. Estás delante del juez y le dices, “Señor Juez, sé que soy culpable, pero yo creo que usted es un juez bueno, justo y amoroso, y por lo tanto me dejará ir.” ¿Realmente crees que ese juez te dejará ir libre a pesar del crimen horrible que cometiste? No, si ese juez verdaderamente es bueno y justo, probablemente te dirá: “Es verdad que soy bueno y justo, y porque soy bueno y justo me aseguraré de que la justicia sea satisfecha, y de que tú recibas lo que mereces.” Un juez justo tiene que castigar a un criminal, y es lo mismo con Dios, el Juez del universo. Todos estaremos delante de Él en el Día del Juicio, y Él en Su santidad y justicia no pasará por alto el pecado—castigará a todos aquellos que violan Sus leyes.
De esta manera, las personas se pueden dar cuenta de la justicia de Dios al enviar a pecadores y criminales culpables como nosotros al infierno de fuego. Y luego te da una oportunidad de presentarles el Evangelio, hablando de Aquél que llevó la sentencia de muerte por nuestros crímenes en la cruz. Nosotros violamos la Ley de Dios, pero Cristo pagó nuestro castigo con Su vida. La justicia divina fue satisfecha en Él cuando murió en nuestro lugar. De esta manera Dios sigue siendo justo (ya que derramó Su ira sobre Su Hijo) y nos puede perdonar a la misma vez.
Ahí tienes una ilustración. ¡Úsala cuando compartas tu fe, y crea tus propias ilustraciones! Y si tienes una ilustración buena por favor compártela conmigo, me gustaría oírla.
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