sábado, 9 de julio de 2011

¿HAY ALGO QUE FALTA?



La siguiente es una entrada de blog que escribí el año pasado en mi blog en inglés. Aun ahora sigo teniendo la necesidad de recordar esta lección importante.

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Doy gracias al Señor por Sus bendiciones, y por Su disciplina. Últimamente, he sido muy bendecido al tener dos hermanos, Alex y Giancarlo, acompañándome al evangelismo en la ciudad. Hemos estado predicando aproximadamente tres veces a la semana, y por Su gracia hemos visto mucho fruto de nuestros esfuerzos. Muchas almas convencidas de pecado e interesadas se nos han acercado; de drogadictos, a alcohólicos, a cristianos nominales, a católicos, a personas endemoniadas, a hasta un hombre contemplando el adulterio. Hemos testificado a estas personas, las hemos aconsejado, y hemos orado por muchos. Hasta un poco de ellos han estado asistiendo a nuestras reuniones los domingos. Dios ha sido fiel al glorificar Su nombre por medio de nuestra labor.

De hecho, hasta unas semanas atrás, las cosas estaban yendo tan bien que el hermano Alex, quien era nuevo a todo esto, estaba esperando que las cosas siempre sean tan buenas. Él mismo admitió que se estaba sintiendo más cómodo y seguro con esta cosa llamada el evangelismo, pensando que era fácil. Fue un error en su parte, pero todos nosotros cometimos otro error crucial—y un día las consecuencias de este error cayeron sobre nosotros. Yo había estado muy ocupado una semana y no había estado pasando tanto tiempo con el Señor como sabía que debía. De hecho, todos estábamos fallando en esta área. Cuando fuimos al Centro y oramos, sentí una convicción por este pecado y me arrepentí, y mis hermanos también lo hicieron. Y luego me subí a la caja…

Y ahí es cuando lo sentí.

No prediqué algo herético. No me equivoqué en mis palabras, arruinando mi presentación del Evangelio. Ni siquiera me sentí nervioso. Mi mensaje fue claro, conciso y al grano. Con tantos detalles como podía dar, dado el tiempo limitado que tenía, describí la naturaleza de la santidad, justicia y omnipotencia de Dios, la depravación radical del hombre y su inhabilidad total de salvarse a sí mismo, la sensatez de un infierno eterno, el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, y el arrepentimiento y la fe como los medios de recibir la salvación. Hasta utilicé el hebreo para explicar el significado de la palabra “santo”, y en el arameo pronuncié el clamor de nuestro Señor mientras que estaba siendo desamparado del Padre. Después preguntaría al hermano Alex su opinión de cómo hice, y él me respondería que la presentación fue muy clara y entendible.

Sin embargo, bajándome de la caja, sabía que algo iba drásticamente mal.

No logre atraer a una muchedumbre de personas, y sólo algunos pararon para escuchar por unos minutos—pero eso no era el problema. El problema era que me sentía frio, vacio, como si mi boca hubiera escupido ladrillos de acero. Hubo poca unción, casi ningún poder, acompañando mis palabras. Alex predicó después de mí, y luego lo hizo Giancarlo. Y ellos sintieron lo mismo que yo. Algo faltaba. Y esto ciertamente fue aparente: en mayor parte las personas fueron indiferentes, apáticos, sólo pasando por donde estábamos mientras nos oían predicar la Palabra de Dios. Como si nosotros fuéramos un trío de artistas callejeros terribles y sin talento alguno.

Por cierto aprendimos nuestra lección esa tarde. Todos después estuvimos de acuerdo de que nuestra prioridad en el evangelismo necesita ser pasar tiempo con el Señor en oración.

Nuestra necesidad mayor como heraldos del glorioso Evangelio del Señor es ser investidos con poder desde lo alto. Necesitamos ser hombres marcados con la presencia del Dios vivo. Podrás fingir muchas cosas; puedes parecer a los hombres tener un gran intelecto, puedes fingir tener un conocimiento vasto de la Palabra de Dios, puedes incluso engañar a los hombres con una apariencia externa de piedad. Pero hay una cosa que absolutamente no podrás fingir: la presencia y poder del Espíritu Santo sobre tu vida. Cuanto más tiempo pases a los pies de Cristo, más serás transformado y conformado a Su imagen. Y más fruto genuino del Espíritu darás, en secreto y en público. Y más unción acompañará e investirá tu predicación del Evangelio.

El apóstol Pablo le dijo a la iglesia de Tesalónica que su proclamación del Evangelio no les vino “solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción” (1 Tes.1:5). No podemos y no debemos estar contentos con predicar el mensaje más majestuoso y glorioso de todo tiempo con meras palabras.  

Hermanos, no estoy proponiendo que decidan si proclamarán el Evangelio o no basado en cómo se “sienten”. Ni estoy diciendo que necesitan tener una gran multitud de personas oyéndoles mientras predican al aire libre para haber sido “exitosos”. Pero cuando el Espíritu Santo ha venido sobre ti en poder sí lo “sientes”, y las personas sí se dan cuenta de ti y paran. La mayoría de las veces, el poder y la presencia del Dios vivo será evidente al predicador y a los que oyen.

Les ruego, hermanos, BUSQUEN A DIOS. Búsquenlo con todo el corazón. Corran a Sus pies y quédense ahí lo más que puedan. Alábenlo, caminen con Él, hablen con Él, intercedan por sus hermanos y por los perdidos, lean sus Biblias en sus rodillas, orando a través de Sus promesas. Sobre todo, NO DESCUIDEN ESTE MEDIO VITAL DE GRACIA. Tu vida espiritual depende de ello.

Evangelistas: la predicación sin poder puede traer muerte. Cristo es la vida, y Su vida es la luz de los hombres. Sólo con Su vida, Su luz y Su fuego en tu alma podrás esperar ser usado por Dios para ganar almas para Él. ¡Ora, ora, ora!

Termino con las siguientes citas de un digno hombre de Dios:

“¡Oh hermano, ora! A pesar de Satanás, ora. Emplea horas en oración. Antes descuida a los amigos que el orar. Mas bien ayuna y piérdete el desayuno, el almuerzo, el té, la cena – el sueño – antes que descuidar la oración. Y no debemos hablar acerca de la oración, debemos orar con vehemencia. El Señor está cerca. El viene calladamente mientras las vírgenes duermen.”

“He aprendido por experiencia que no es mucho labor sino mucha oración que es el único medio para el éxito.”

-Andrew Bonar



1 comentario:

  1. So much needed...

    Aaron:
    Podrás fingir muchas cosas; puedes parecer a los hombres tener un gran intelecto, puedes fingir tener un conocimiento vasto de la Palabra de Dios, puedes incluso engañar a los hombres con una apariencia externa de piedad. Pero hay una cosa que absolutamente no podrás fingir: la presencia y poder del Espíritu Santo sobre tu vida. Cuanto más tiempo pases a los pies de Cristo, más serás transformado y conformado a Su imagen.

    Buenísimo, ahora mismo lo reenvío a mis hermanitos.

    God bless you brother Aaron!

    :]

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