EL EVANGELIO




En este blog se habla mucho del Evangelio verdadero y bíblico. Uno quizá pueda preguntar:
"¿Cuál es este 'Evangelio verdadero y bíblico' del cual se menciona tanto?"

Bueno, el apóstol Pablo nos da una respuesta muy buena y concisa en 1 Corintios 15:1-4:

"Ahora os hago saber, hermanos, el Evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras..."

La palabra "evangelio" significa "buenas nuevas." El Evangelio, sencillamente, es las buenas nuevas de la vida, muerte y resurrección del Señor Jesucristo.

Ahora, a esto uno quizás pueda responder--
"Si...comprendo muy bien que el Evangelio es la vida, la muerte y resurrección de Jesús... ¿pero qué tiene que ver todo esto conmigo?

Si has pensado así, ¡gracias por preguntar! Esto tiene TODO que ver contigo, y con todos nosotros. Ves, la Biblia dice en Romanos 3:23 que todo ser humano en este mundo ha pecado: "por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios". El pecado no es una mera falla ni error; la Palabra de Dios enseña que el pecado es rebeldía total contra nuestro Creador omnipotente. Todos nosotros nacimos en el pecado, habiendo heredado una naturaleza pecaminosa de nuestro antepasado Adán (Rom.5:12). Por esta razón, nosotros escogemos pecar, y lo último que queremos hacer es obedecer a Dios y deleitarnos en Su Palabra y mandamientos. En realidad, aborrecemos a Dios y amamos todo lo que es malo. El ser humano por naturaleza no ama a Dios ni le busca (Rom. 3:11). El ser humano es enemigo de Dios (Rom. 5:10, 8:7).

Si encuentras las verdades mencionadas arriba muy difíciles de creer, sólo examínate ante la Palabra de Dios y pregúntate:
-¿Has seguido el primer mandamiento, siempre amando a Dios sobre TODAS las cosas y siempre poniéndolo a Él antes de TODO y TODOS? ¿Han sido SIEMPRE tus palabras, pensamientos y acciones sin egoísmo alguno, siempre motivados sólo por amor hacia Dios y un deseo de que Él solamente sea glorificado?

-¿Te has deleitado SIEMPRE en el Señor, agradeciéndole, alabándole y buscándole SIEMPRE con gozo, siendo diligente de SIEMPRE leer Su Palabra y acudirle a Él en TODA circunstancia, sea buena o sea mala?

-¿Cuantas mentiras has dicho en toda tu vida? Esto incluye mentiras "piadosas" y verdades a medias.

-La Biblia dice que si tenemos pensamientos de lujuria hacia una persona, somos adúlteros; y si tenemos pensamientos de rencor u odio hacia alguien, Dios nos mira como asesinos. ¿Cuántas veces en toda tu vida has tenido pensamientos lujuriosos o de odio/rencor?
Lamentablemente, cada uno de los pecados que has cometido en toda tu vida es testigo de que odias a Dios y te amas a ti mismo. "¿Y por qué?"--podrás decir--"¿Por qué odiaría yo a Dios?"

Nosotros por naturaleza odiamos a Dios porque Él es todo lo que nosotros no somos: santo, bueno y justo. Su misma presencia nos reprende e inculpa de pecado y por lo tanto no queremos estar cerca de Él. No buscamos a Dios por la misma razón que un criminal nunca buscaría a un policía.

La Biblia enseña que Dios es muy limpio de ojos para mirar el mal (Hab. 1:13), y no se complace en la maldad (Salmo 5:4). De hecho, Él aborrece no sólo el pecado, sino también al pecador: "Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad" (Salmo 5:5). El es un juez justo, y está airado todos los días contra los impíos (Salmo 7:11). Su santa y justa ira arde contra los criminales que constantemente quebrantan Sus leyes. Vendrá muy pronto el Día del Juicio (Heb. 9:27), en que Él por fin traerá justicia a este mundo corrompido por el pecado. Él nos juzgará por cada palabra, pensamiento y acción. Y como cualquier juez justo, Él se asegurará de que cada criminal sea castigado y que la justicia sea totalmente satisfecha.

Y el castigo justo que tú y yo merecemos es la ira de Dios...POR TODA LA ETERNIDAD. Merecemos ir a un lugar donde, como dijo Cristo, "el fuego nunca se apaga" (Mar. 9:44). Los fuegos del infierno son inextinguibles, y ahí los pecadores no tendrán reposo ni de día ni de noche (Apoc. 14:11).

Por nosotros mismos, somos inútiles, totalmente incapaces de salvarnos, y estamos totalmente perdidos.

¡POR ESO NECESITAMOS EL EVANGELIO!

Las Escrituras nos enseñan que Cristo Jesús, la segunda Persona de la Trinidad, vino a este mundo para salvar a pecadores como tú y yo. Él, siendo Dios, se despojó de Sí mismo, tomando forma de siervo (Fil. 2:7). Jesús nació de una virgen, tomando un cuerpo humano. Imagínate-- ¡El Dios santo, infinito y todopoderoso se hizo hombre!  "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14).

Y este Jesús, el Hijo de Dios--Dios el Hijo hecho hombre--no sólo vivió en este mundo malo, pecaminoso y corrompido...sino también vivió TODOS SUS DÍAS SIN PECADO. No pecó NI UNA VEZ en TODA SU VIDA, ni en la manera más pequeña. ¿Te das cuenta de lo que esto significa? Significa que Él:
-NI UNA VEZ tuvo un pensamiento pecaminoso, ni por un sólo segundo...no importa cuántas veces lo tentaba Satanás. Todos Sus pensamientos eran agradables a Su Padre, y le daban gloria.

-NI UNA VEZ salió una palabra pecaminosa de Su boca. Ni una palabra vana u ociosa. Él nunca hablo "solo por hablar". Todas Sus palabras eran agradables a Su Padre, y le daban gloria.

-NI UNA VEZ pecó con Sus acciones. Cada obra de Jesús era buena, santa y justa; y cada una de ellas, hasta la más pequeña, fue motivada por un amor infinitamente puro hacia Dios. Todas Sus acciones eran agradables a Su Padre, y le daban gloria.

Cristo nunca perdió la paciencia, nunca se airó injustamente con alguien, nunca maldijo a Su prójimo ni deseó el mal de nadie. Siempre medía Sus palabras y acciones, siempre practicaba el dominio propio, siempre actuaba sabiamente, siempre hizo única y solamente la voluntad de Dios...cada segundo de cada minuto de cada hora de Su vida terrenal. Él fue perfectamente perfecto, la perfecta personificación de la pura perfección.

Y ya que no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en Su boca (1 Ped. 2:22), Cristo no merecía morir. La Biblia dice que "la paga del pecado es muerte" (Rom. 6:23). Esta es la razón por qué tú y yo merecemos la muerte, y la muerte segunda, el infierno. Pero Jesucristo nunca pecó, y por lo tanto no merecía la muerte.

Pero como dicen la Escrituras, Él dio Su vida por nosotros, probando la muerte que nosotros mismos merecíamos. Cristo permitió que los hombres le traicionen, le azoten, le golpeen, le hieran, le escupan se burlen de Él, le pongan una corona de espinas en Su cabeza y le cuelguen en una cruz de madera. Él fue rechazado por todos los hombres... y aun Sus propios discípulos se escandalizaron de Él. 

Y cuando estaba en esa cruz, la Biblia dice que Él llevó todos nuestros pecados.  "Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El" (2 Cor. 5:21). Cada uno de nuestros pecados fueron puestos sobre Él. Cristo, que NUNCA había pecado, ni conocía lo que era pecar, llevó TODA nuestra culpa y vergüenza y pecaminosidad. El santo, perfecto y justo Hijo de Dios se hizo pecado...Él llevó toda nuestra nuestra asquerosidad, inmundicia y contaminacion como si Él mismo fuera culpable de tales hechos horrendos. 

Y no sólo eso, sino que como resultado de llevar nuestros pecados, Jesús sufrió la justa condenación por ellos. Gálatas 3:13 nos dice que Cristo se hizo "maldición por nosotros". La maldición de nosotros por no haber cumplido los mandamientos de Dios también cayó sobre Él. La SANTA Y JUSTA IRA DE DIOS FUE DERRAMADA SOBRE JESUCRISTO EN SU TOTALIDAD. Isaías 53:10 nos dice que Dios es Padre quizo aplastar a Su propio Hijo bajo Su ira, castigandólo en nuestro lugar.

El Hijo de Dios disfrutaba de una perfecta comunión con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad, pero en ese momento en que cayó sobre Él la copa del furor y la ira del Padre, Él fue SEPARADO de Dios. La Biblia no explica todo lo que sucedió en ese momento con detalles, pero sí sabemos que Cristo
en algún sentido fue ABANDONADO por Su Padre, y clamó: "Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?" (Mat. 27:46). 

Jesucristo fue abandonado por Su mismo Padre...para que nosotros no tengamos que ser abandonados. Él murió llevando nuestro castigo para que nosotros no tengamos que llevarlo. Antes de morir, Jesús dijo: "¡Consumado es!" (Juan 19:30). Él pagó toda la deuda que nosotros debíamos a Dios...una vez por todas. 

Pero Jesucristo no se quedó muerto. Las Escrituras dicen que Él fue sepultado, y en el tercer día resucitó de entre los muertos en triunfo. No era posible que el Hijo perfecto de Dios quede bajo el dominio de la muerte. Al resucitarlo, Dios el Padre vindicó a Jesús, demostrando a todo el mundo que Su Hijo amado verdaderamente era Dios, y el único que tiene dominio sobre la muerte y el infierno. Cristo Jesús resucitó y ascendió al cielo, sentándose otra vez en Su trono celestial, donde había estado por toda la eternidad, a la diestra del trono de Su Padre.  

¡JESUCRISTO ESTÁ VIVO! Él vivió la vida que nunca podremos vivir, murió la muerte que cada uno de nosotros merecemos morir, y fue resucitado por nuestra justificación. Y nosotros, por el Evangelio, por Su vida, muerte y resurrección, podemos tener vida eterna. Lo que tenemos que hacer para tener esta vida eterna que Dios nos ofrece por medio de Su Evangelio es solamente recibirla. No podemos hacer nada para merecer la salvación...pues pecadores como somos, nunca la mereceremos. No hay ninguna buena obra que podemos ofrecerle a Dios, pues aun nuestras mejores obras son como trapos sucios en Su vista (Isa. 64:6). No, lo que tenemos que hacer para tener la vida eterna es recibir el regalo de salvación que Dios nos ofrece por medio de lo que hizo Su Hijo. Y la manera en que la recibimos es por medio del arrepentimiento y la fe. 

Arrepiéntete de todos tus pecados, de cuánto has odiado a Dios e ignorado Sus mandamientos y voluntad. Arrepiéntete de toda tu maldad y aborrecela. Aborrece tus mejores esfuerzos para llegar al cielo por tu propia cuenta; aborrece tu propia vida y se dispuesto a dejar todo y seguir a Jesús.

Y confía en Cristo con todo tu corazón. No confíes en ti mismo, no confíes en una religión, ni en tus propias oraciones, ni confíes en tu misma fe. Pon toda tu confianza y esperanza en el Hijo de Dios...tirate a Sus pies y entrega toda tu vida a Él. Cree que Él es el único que te puede salvar, que nadie más te puede ayudar. Cree que el murió en la cruz por tus pecados y que resucitó de entre los muertos, y por ese sacrificio tan grande Él es poderoso para salvarte. Clama al Señor, entregándole toda tu vida, y Él te salvará. Esta es Su promesa: 

Rom. 10:13: "porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO."

Juan 11:25-26:
"Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"

Juan 5:24:  "En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida."

Juan 3:16:  "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna."

Él te está ofreciendo el don de salvación como un regalo gratuito de su gracia. No puedes hacer nada para merecer un regalo, sólo puedes recibirlo. Así que, si quieres tener la vida eterna, si quieres que todos tus pecados sean perdonados, si quieres ser salvo de la ira de Dios, si quieres verdaderamente conocer a Dios y ser una nueva criatura en Él...por favor confía en el Señor Jesús, confía en Él con todo tu corazón, y confía en lo que Él hizo por nosotros. 

Cree en el verdadero Evangelio y cree en Aquel que nos lo dio. Por favor obedece las mismas palabras de Jesús en Marcos 1:15:

"El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio."