miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA UNIÓN DE ORACIÓN DE PUNJAB



En cada avivamiento hay un aspecto divino y un aspecto humano. En el avivamiento de Gales el aspecto divino se destaca prominentemente. Evan Roberts, el líder bajo Dios, parecía en un sentido ser un agente pasivo en el cual el Espíritu Santo obraba poderosamente en las temporadas nocturnas. No había organización y muy poca predicación—había comparativamente poco del elemento humano. Aunque el avivamiento de Sialkot fue de la misma manera enviado del cielo, este no parece ser tan espontaneo. Había, bajo Dios, organización; había cierta cantidad de preparación definitiva, y había temporadas de oración larga y continua.

Y aquí, para demostrar cómo el medio humano es útil, quisiera mencionar la unión de oración de Punjab. Esto fue comenzado durante el tiempo (1904) de la primera Convención Sialkot. Los principios de esta unión fueron declarados en la forma de preguntas que luego eran firmadas por los que se convertían en miembros.

1. “¿Estás orando por avivamiento en tu propia vida, en la vida de tus colaboradores y en tu iglesia?”

2. “¿Estás anhelando más poder del Espíritu Santo en tu propia vida y obra, y estás convencido de que no puedes seguir adelante sin este poder?”

3. “¿Orarás para que no seas avergonzado de Jesús?”

4. “¿Crees que la oración es el gran medio para asegurar este despertar espiritual?”

5. “¿Apartarás una media hora cada día, tan pronto después del mediodía como sea posible, para orar por este avivamiento, y estás dispuesto a orar hasta que llegue el avivamiento?

John Hyde estaba asociado con esta unión de oración desde su comienzo, y también tuvo una parte indudable en la convención de Sialkot. Los miembros de la unión de oración alzaron sus ojos conforme al mandato de Cristo y vieron los campos: blancos para la siega. En el Libro leyeron las promesas inmutables de Dios. Vieron un solo método de obtener este despertar espiritual, a saber, la oración.

Dios puso una gran carga de oración sobre los corazones de John N. Hyde, R. McCheyne Paterson y George Turner para esta convención. Había una necesidad de una reunión anual para el estudio de la Biblia y la oración, donde la vida espiritual de los obreros—pastores, maestros y evangelistas, tanto extranjeros como nativos—podría ser profundizada. La vida de la iglesia en Punjab (así como en toda la India) estaba sumamente debajo del estándar de la Biblia; el Espíritu Santo tan poco honrado entre estos ministerios que pocos estaban siendo salvados de entre los millones sin Cristo. Sialkot era el lugar escogido para esta reunión y 1904 se convirtió en la fecha memorable de la Primera Convención de Sialkot.

Antes de una de las primeras convenciones, Hyde y Paterson esperaron y permanecieron todo un mes antes de la fecha de la inauguración. Por treinta días y treinta noches estos hombres piadosos esperaron ante Dios en oración. ¿Es de extrañar que hubo poder en la convención? Turner se unió con ellos después de nueve días, y así que por veintiún días y veintiuna noches estos tres hombres oraron y alabaron a Dios por un gran derramamiento de Su poder. Tres corazones humanos latieron como uno, y ese un corazón era el corazón de Cristo, anhelando, rogando, orando y agonizando por la iglesia de India y las miríadas de almas perdidas. Tres voluntades humanas renovadas que por la fe se unieron como con ganchos de acero al poder omnipotente de Dios. Tres pares de labios tocados por fuego que desde corazones creyentes clamaban: “¡Así será!”

¿Usted que lee estas palabras ve esas vigilias continuas, esos días de ayuno y oración, esas noches de velar e intercesiones, y dice—“¡Qué precio que se debe pagar!”? Entonces le señalo cientos de obreros vivificados y equipados para el servicio de Cristo; le señalo a literalmente miles de almas oradas al reino y le digo: “¡He aquí la adquisición de tal precio!”

Ciertamente el Calvario representa un precio espantoso. Pero su alma y la mía y los millones que han sido redimidos hasta ahora, y los millones que todavía podrán ser redimidos, una tierra arruinada restaurada a la perfección de Edén, los reinos de este mundo quitados de las manos del usurpador y entregados al reino de su legitimo Rey— ¿cuando veamos todo esto no diremos con alegría: “He aquí la adquisición”?

Praying Hyde, Francis A. McGaw


viernes, 29 de agosto de 2014

Concierto

Ayer fuimos al concierto de Jesús Adrían Romero para compartir las Buenas Nuevas con las personas afuera esperando en la fila para entrar. Muchos oyeron el Evangelio y casi todos recibieron folletos.

Hice los folletos de abajo para repartir ahí junto con el folleto: "¡Examínate!".

Estos folletos se basan en canciones de Jesús Adrián Romero, y aunque pueden ser repartidos a todos, fueron hechos específicamente para personas que profesan ser creyentes.


FOLLETO Concierto J.A.R.

jueves, 22 de mayo de 2014

“¡LEVÁNTATE Y ORA!”




Un día yo estaba en una conferencia con el Dr. V. Raymond Edman de Wheaton College, uno de los educadores cristianos más grandes de este país. Él nos contó de una experiencia que tuvo mientras que estuvo en Ecuador como misionero. Él no había estado ahí por mucho tiempo antes de que estuviera enfermo y muriéndose. Estaba tan cerca de la muerte que ya habían cavado su tumba. Había grandes gotas de sudor en su frente y un estertor en su garganta. Pero de repente se sentó derecho en la cama y le dijo a su esposa: “¡Tráeme mi ropa!”

Nadie pudo explicar lo que había pasado.


Muchos años después él estuvo contando esta historia en Boston. Después, una anciana pequeña con un pequeño libro desgastado y lleno de marcadores se le acercó y le pregunto: “¿Qué día dijo que se estaba muriendo? ¿Qué hora era en Ecuador? ¿Qué hora sería en Boston?” Cuando él le respondió, el rostro arrugado de ella se iluminó. Señalando a su libro, ella dijo: “¿Ahí está, lo ve? A las 2am Dios me dijo que me levante y ore—el diablo está tratando de matar a Raymond Edman en Ecuador.” Y ella se había levantado y había orado.

Duncan Campbell me contó la historia de oír a un granjero en su campo que estaba orando. Él estaba orando por Grecia. Después, él le preguntó la razón por la que estaba orando. El hombre le dijo: “No sé. Tenía una carga en mi espíritu y Dios dijo: ‘Tú ora; hay alguien en Grecia que está en una situación difícil.’ Oré hasta que sentí un alivio.” Dos o tres años después el granjero estuvo en una reunión escuchando a un misionero. El hombre describió un tiempo en que él estuvo trabajando en Grecia. Él había estado en un problema serio. ¿El tiempo? Hace dos o tres años. Los hombres compararon sus apuntes y descubrieron que fue ese mismo día que Dios había puesto la carga sobre el granjero, en una isla pequeña cerca de la costa de Escocia, para orar por ese hombre en Grecia cuyo nombre ni siquiera conocía.  

Puede parecer que el Señor te de cosas extrañas. A mí no me importa. Si el Señor te dice que hagas algo, haz lo que el Señor te diga.

Leonard Ravenhill


viernes, 9 de mayo de 2014

LA POSTURA HISTÓRICA SOBRE LA SANGRE DE CRISTO



He recopilado una lista de lo que algunos cristianos a través de la historia han creído acerca de la sangre de Cristo. Esta lista de ninguna manera es exhaustiva. 

Juan 18:37:  "Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz." 


PREDICADORES, MAESTROS Y TEÓLOGOS DEL DÍA PRESENTE:

Wayne Grudem:

El significado de la sangre de Cristo

El Nuevo Testamento relaciona con frecuencia la sangre de Cristo con nuestra redención. Por ejemplo, Pedro dice: “Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto” (1 P 1:18-19).

La sangre de Cristo es la clara evidencia externa de que derramó su sangre cuando murió en sacrificio para pagar nuestra redención: “la sangre de Cristo” significa su muerte en sus aspectos salvadores. Aunque nosotros podemos pensar que la sangre de Cristo (como evidencia de que dio su vida) tendría referencia exclusiva a la eliminación de nuestra culpa judicial ante Dios—porque esa es su referencia primaria—los autores del Nuevo Testamento también le atribuyen otros varios efectos. Nuestras conciencias son purificadas mediante la sangre de Cristo (He 9:14), tenemos acceso libre a Dios en adoración y oración (He 10:19), somos purificados progresivamente del pecado que queda (1 Jn 1:7; cf. Ap.1:5b), podemos conquistar al acusador de los hermanos (Ap 12:10-11), y somos rescatados de una manera pecaminosa de vivir (1 P 1:18-19).

Las Escrituras hablan tanto acerca de la sangre de Cristo porque su derramamiento fue una evidencia de que su vida fue entregada en una ejecución judicial (es decir, fue condenado a muerte y murió pagando el castigo impuesto tanto por un juez humano como por Dios mismo en el cielo). El énfasis de las Escrituras en la sangre de Cristo lo vemos también en la relación clara entre la muerte de Cristo y los muchos sacrificios en el Antiguo Testamento que involucran el derramamiento de la sangre viva del animal sacrificado. Todos estos sacrificios señalaban hacia el futuro y prefiguraban la muerte de Cristo.

(Teología Sistemática: Introducción a la Doctrina Bíblica, p. 579) [Énfasis mío]


D.A. Carson:

“Un tercer nivel del mismo problema fue dolorosamente ejemplificado en tres artículos recientes sobre la sangre de Cristo en Christianity Today. El autor hizo un trabajo admirable al explicar las cosas maravillosas que la ciencia ha descubierto sobre lo que la sangre puede hacer. Qué imagen maravillosa—se nos dice—sobre cómo la sangre de Jesús purifica todo pecado. En realidad, ¡no tiene nada que ver con eso! Y peor, eso es irresponsable, místico y engañoso teológicamente. La frase “sangre de Jesús” se refiere a la muerte violenta y sacrificial de nuestro Señor. Por lo general, las bendiciones que las Escrituras demuestran haber sido cumplidas o alcanzadas por la sangre de Jesús son de igual manera descritas como cumplidas o alcanzadas por su muerte en la cruz.”

(Exegetical Fallacies, pp.33-34)


Charles Leiter:

¿Qué representa esa sangre? Representa el hecho de que él, por su muerte en la cruz, pagó por mi pecado—él llevó mi pecado en su cuerpo sobre la cruz. ‘Justificados en su sangre’.
(“Justified by the Blood of Jesus Christ”: http://youtu.be/_HCwtj9_Qbg)


Vemos la misma realidad en el concepto del Antiguo Testamento de “llevar sobre Sí el pecado.” En el gran día de expiación, dos machos cabríos eran sacrificados—uno derramaba su sangre para expiar por los pecados, y el otro (el vivo) macho cabrío, llevaba los pecados a un lugar solitario: “Aarón ofrecerá el macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte para el Señor, haciéndolo ofrenda por el pecado. Pero el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte para el macho cabrío expiatorio, será presentado vivo delante del Señor para hacer expiación sobre él, para enviarlo como macho cabrío expiatorio al desierto. Aquí Dios usa dos machos cabríos para enseñarnos una sola verdad acerca de la obra de expiación del Señor Jesucristo. Por un lado, Él muere por nuestros pecados, y por otro, como resultado de esa muerte, Él eficazmente lleva nuestros pecados fuera de la presencia de Dios.

(Justificación y Regeneración, p.31)


PREDICADORES, MAESTROS Y TEÓLOGOS DEL PASADO:

D. Martyn Lloyd-Jones (1899–1981):

Puede ser visto claramente que la sangre en las Escrituras significa la vida entregada en muerte. No la vida, sino la vida entregada en muerte. La sangre es la evidencia final del hecho de que la muerte ha sido cumplida. No es vida preservada, es vida rendida. Es vida que ha sido entregada. Ahora bien, el punto muy interesante es este: los hebreos, los judíos, nunca pensaban en la vida aparte del cuerpo. Entonces esta idea de que puedes tener vida en la sangre totalmente separada o aparte del cuerpo es algo que nunca fue conocido por un hebreo. Él siempre vinculaba la vida íntimamente y por necesidad con el cuerpo. Así que esta idea de que puedes tener vida fuera del cuerpo en la sangre es algo que es completamente falso a, y contradictorio con, la manera básica de pensar hebrea. Por lo tanto yo digo que la sangre siempre significa la vida siendo derramada. De manera que en los sacrificios animales la sangre significaba que el animal había sido matado; la vida había sido quitada y la sangre obtenida como la prueba clara de eso—que el animal había sufrido la muerte. El castigo que debería haber caído sobre los judíos había caído sobre el animal como el sustituto. Y la sangre era presentada con el fin de demostrar el hecho de la muerte. La sangre significa, por lo tanto, una muerte sacrificial.

(The Blood of Jesús Christ, exposición de Romanos 3:25)


William Hendriksen (1900-1982):

La sangre representa la vida (Lv.17:11; Mt.20:28, cf.26:28; Jn.10:11, 15). Las palabras “por el derramamiento de su sangre” se refieren al sacrificio voluntario de la vida de parte del Mesías en lugar de aquellos a quienes vino a salvar. Cf. Is.53:10-12.
(Comentario del Nuevo Testamento: Romanos, p. 95)

Robert Reymond (1932-2013):

“El Nuevo Testamento afirma lo siguiente sobre los logros de la ‘sangre’ de Cristo, la palabra sangre en estos versículos siendo interpretada como taquigrafía teológica para su muerte sacrificial.

(“El Carácter de la Obra de la Cruz de Cristo)


Charles Spurgeon (1834 –1892):

“Jesucristo hizo un testamento, y ha dejado a su pueblo grandes legados por ese testamento. Ahora bien, los testamentos no tienen que ser rociados con sangre, pero los testamentos si necesitan que el testador esté muerto, de otra manera no serán válidos. Así como no era posible que Cristo muera de ninguna otra manera aparte que una muerte violenta, viendo que tenía que morir como un sacrificio, el término “sangre” se convierte en este caso equivalente a ‘muerte’.

Así que, ante todo, la sangre de Jesucristo en el calvario es la sangre del testamento, porque es UNA EVIDENCIA DE QUE ÉL ESTÁ MUERTO, y por lo tanto el testamento es válido.”  (MTP, vol. 26, p. 632).

“¿Qué es esta ‘sangre rociada’? En pocas palabras la ‘sangre rociada’ representa los dolores, los sufrimientos, la humillación y la muerte de nuestro Señor Jesucristo, que él padeció de parte del hombre pecador. Cuando hablamos de la sangre, no deseamos ser entendidos como refiriéndonos solamente o principalmente a la sangre literal material que fluyó de las heridas de Jesús. Creemos en el hecho literal de su sangre derramada; pero cuando hablamos de la cruz y la sangre nos referimos a esos sufrimientos y esa muerte de nuestro Señor Jesucristo por los cuales él magnificó la ley de Dios; nos referimos a lo que Isaías expresó cuando dijo: ‘Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado’;  queremos decir todas esas aflicciones que Jesús padeció de manera vicaria en nuestro lugar en el Getsemaní, Gabata y Gólgota, y especialmente la entrega de su vida sobre el madero de escarnio y maldición. ‘El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.’ ‘Sin derramamiento de sangre no se hace remisión.’; y el derramamiento de sangre expresado es la muerte de Jesús, el Hijo de Dios”  (MTP, vol. 32, p. 123).

“¿Qué significa ‘la sangre’ en las Escrituras? Significa no solamente sufrimiento, que muy bien podría ser tipificado por sangre, sino significa el sufrimiento hasta la muerte, significa el quitar una vida. En pocas palabras, un pecado contra Dios merece la muerte como castigo, y lo que Dios dijo por la boca del profeta Ezequiel todavía es cierto: ‘el alma que pecare, esa morirá.’ La única manera en que Dios pudo cumplir su sentencia amenazadora, y al mismo tiempo perdonar a los hombres culpables, fue que Jesucristo, su Hijo, vino al mundo y ofreció su vida en vez de la de nosotros.” (MTP, vol. 40, p. 325).


Albert Barnes (1798–1870):

“En su sangre”—o en su muerte—su muerte sangrienta. Entre los judíos, la sangre era considerada como la sede de la vida, o de la vitalidad. Lev.17:11: “la vida de la carne en la sangre está.” Por consiguiente, ellos fueron ordenados a no comer sangre. Gén.9:4: “Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.” Lev.19:26; Deu.12:23; 1 Sa.14:34. Esta doctrina es contenida uniformemente en las Sagradas Escrituras.”

(Notas de Albert Barnes de la Biblia, comentario de Rom.3:25)


Stephen Charnock (1628–1680):

“La sangre de Jesucristo. Por esto se quiere decir el último acto en la tragedia de su vida, la sangre siendo el rescate de nuestras almas, el precio de nuestra redención, y la expiación de nuestro pecado. El derramar sangre fue la parte más alta y excelente de su obediencia, Filip.2:8, su entero ser fue una ofrenda continua, pro su muerte fue la cima y lo que completaba su obediencia, pues en eso él manifestó el mayor amor hacia Dios y el amor más alto hacia los hombres.  Los sacrificios expiatorios bajo la ley siempre fueron sangrientos, la muerte tenía que ser soportada por el pecado, y la sangre era la vida de la criatura; la sangre o muerte de Cristo es la causa de nuestra justificación.”

(Un Discurso Sobre la Virtud Limpiadora de la Sangre de Cristo)  [Énfasis mío]


John Owen (1616 –1683):

“Por lo tanto, la sangre de Cristo aquí significa la sangre de su sacrificio, con el poder, virtud y eficacia de lo mismo.”

(La Mugre del Pecado Purgado por el Espíritu y la Sangre de Cristo)


Juan Calvino (1509–1564):

Un propiciatorio por medio de la fe en su sangre, etc. Yo prefiero retener literalmente el lenguaje de Pablo; porque ciertamente me parece a mí que él quiso, usando una sola oración, declarar que Dios es propicio a nosotros tan pronto como nuestra confianza descanse en la sangre de Cristo; por la fe llegamos a la posesión de este beneficio. Pero al mencionar solo la sangre, él no quiso excluir las otras cosas vinculadas con la redención, sino a lo contrario, él quiso incluir todo en una sola palabra: y mencionó “sangre” porque por ella todos somos limpiados. Por lo tanto, al tomar una parte como si fuera lo entero, él señala la obra entera de la expiación. Ya que, como él dijo antes, Dios es reconciliado en Cristo, ahora agrega, que esta reconciliación es obtenida por la fe; mencionando, al mismo tiempo, lo que esa fe debe considerar principalmente en Cristo—su sangre. 

(Comentario de Romanos, Rom.3:25)





jueves, 8 de mayo de 2014

La Sangre de Cristo



Esta fue una carta que John MacArthur escribió a sus constituyentes en 1988:


YO CREO EN LA PRECIOSA SANGRE
Por John MacArthur

Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia?
Hebrews 10:28-29

Estimado y amado amigo,


                La sangre de Jesús es santa y preciosa. El derramamiento de Su sangre en Su muerte fue el precio de la expiación por nuestros pecados. Mientras que Él literalmente derramó Su sangre en un acto sacrificial, Él selló para siempre el Nuevo Pacto y compró nuestra redención.
                Los de ustedes que están familiarizados con mis enseñanzas saben que yo siempre he creído y afirmado todo eso. Pero en los últimos dos o tres años, sin embargo, he sido atacado por un grupo pequeño pero ruidoso de hombres que tienen muchas ganas de desacreditar mi ministerio. Ellos me han acusado de negar la sangre de Cristo y me han llamado un hereje en varias publicaciones distribuidas a nivel nacional.
                Mi primer respuesta fue escribir a esos hombres en privado, creyendo que sus ataques hacia mi originaron con un malentendido. Ningunos de ellos me habían hablado personalmente antes de atacarme por las publicaciones. Solo un puñado de ellos hasta ahora han respondido a mis cartas. Con todo eso, yo esperaba que la controversia pública pronto desapareciera. Mis enseñanzas ciertamente no son ningún secreto, y sabía que los que me oyen regularmente en nuestro programa de radio reconocerían que no estoy enseñando una herejía. 
Sin embargo, por casi tres años un grupo pequeño de zelotes han mantenido vivo el asunto en todo ministerio con el cual estoy involucrado. Un hombre literalmente ha hecho su carrera ir a cualquier iglesia en el país que pague por su pasaje y dar una serie de mensajes sobre el error del “MacArthurismo.” Recientemente, un par de estaciones de radio principales han rechazado a “Grace to You”, no por algo que hayamos enseñado en la transmisión, sino porque no quisieron seguir tratando con la controversia generada por los que chismean.
               En los últimos dos años hemos recibido miles de cartas por todas partes del país, de personas que respaldan nuestro punto de vista bíblico, de personas que están confundidas, de algunos que ciegamente repiten la acusación de que estamos hollando bajo nuestros pies la sangre de Cristo. Por el bien de todos ellos, y para que tú puedas entender mejor lo que he enseñado sobre la sangre de Cristo, miremos tres verdades que yo y todos los demás creyentes genuinos afirmamos sobre la sangre de Jesucristo. 




1. LA SANGRE DE JESÚS ES EL FUNDAMENTO DE LA REDENCIÓN

            Pedro escribió: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1Ped. 1:18-19). Las Escrituras hablan de la sangre de Cristo casi tres veces más de que mencionan la cruz, y cinco veces más de que hacen referencia a la muerte de Cristo. La palabra sangre, por lo tanto, es el término principal que el Nuevo Testamento usa para hacer referencia a la expiación.
                Pedro escribió que la elección es “para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 Ped.1:2). El rociar “con la sangre” fue lo que selló el Nuevo Pacto (cf. Heb.9:1-18). “Sin derramamiento de sangre no hay perdón” (v.22). Si Cristo no hubiera derramado Su sangre de manera literal en sacrificio por nuestros pecados, nunca podríamos haber sido salvos.
                Esta fue una de las razones por las cuales la crucifixión fue el medio que Dios ordenó por el cual Cristo tenía que morir: fue la demostración más vivida y visible de Su vida siendo derramada por el precio de pecados.
             El derramamiento de sangre también fue el diseño de Dios para casi todos los sacrificios del Antiguo Testamento. Estos fueron sangrados en vez de golpeados, estrangulados o quemados. Dios diseñó que la muerte sacrificial ocurriera con la pérdida de sangre: “Porque la vida de la carne está en la sangre” (Lev.17:11).


2. JESÚS DERRAMÓ SU SANGRE LITERAL CUANDO MURIÓ

La sangre literal de Cristo fue derramada violentamente en la crucifixión. Los que niegan esta verdad o tratan de espiritualizar la muerte de Cristo son culpables de corromper el mensaje del Evangelio. Jesucristo sangró y murió en el sentido literal más pleno, y cuando se levantó de entre los muertos, literalmente fue resucitado. Negar la realidad absoluta de estas verdades es invalidarlas (cf. 1 Cor.15:14-17).
Sin embargo, el significado de la crucifixión no es expresado plenamente en solo Su sangrar. No había algo sobrenatural en la sangre de Jesús que santificaba a los que tocaba. Los que le azotaron quizás fueron salpicados con sangre. Pero esa aplicación literal de la sangre de Jesús no hizo nada para purgar sus pecados. Si el Señor hubiera sangrado sin morir, la redención no hubiera sido cumplida. Si la expiación hubiera sido detenida antes de que el pago del pecado en su totalidad hubiera sido satisfecho, el derramamiento de sangre de Jesús hubiera sido en vano.
Es importante notar también que aunque Cristo derramó Su sangre, las Escrituras no dicen que Él murió desangrado; estas enseñan más bien que Él voluntariamente entregó Su espíritu (Juan 10:18). Y aun esa muerte física no hubiera podido comprar la redención aparte de Su muerte espiritual, en la cual Él fue separado del Padre (cf. Mat.27:46).


3. NO CADA REFERENCIA A LA SANGRE DE JESÚS ES LITERAL

Evidentemente, aunque Cristo derramó su sangre literal, muchas referencias a la sangre no fueron escritas con la intención de ser entendidas en un sentido literal. Una interpretación literal estricta no puede, por ejemplo, explicar tales pasajes como Juan 6:53-54: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Sería igualmente difícil explicar cómo la sangre física es descrita en Mateo 27:25 (“Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”); Hechos 5:28 (“y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre”); 20:26 (“estoy limpio de la sangre de todos”); y 1 Corintios 10:16 (“La copa de bendición… ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?”).
Obviamente la palabra sangre es usada a menudo para significar más que el fluido rojo literal. Por lo tanto cuando las Escrituras hablan de la sangre de Cristo, normalmente significan mucho más que los glóbulos rojos y blancos—abarcan Su muerte, sacrificio por nuestros pecados, y todo lo que es involucrado en la expiación.
Tratar de convertir en literal a cada referencia de la sangre de Cristo puede llevarnos al error serio. La doctrina católica conocida como la transubstanciación, por ejemplo, enseña que el vino de la comunión se transforma milagrosamente en la verdadera sangre de Cristo, y los que toman parte de los elementos en la misa literalmente cumplen las palabras de Jesús en Juan 6:54: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Los que me han atacado parecen proponer el mismo tipo de punto de vista místico de la sangre que guío a la Iglesia Católica a abrazar la transubstanciación. Ellos afirman que la sangre de Cristo nunca fue verdaderamente humana. Insisten en tomar literal cada referencia a la sangre de Jesús en el Nuevo Testamento. Ellos enseñan que la sangre física de Cristo de alguna manera fue preservada después de la crucifixión y llevada al cielo, donde ahora es aplicada de manera literal al alma de cada cristiano en su salvación.
No somos salvos por una aplicación celestial y mística de la sangre literal de Jesús. Nada en las Escrituras nos indica que la sangre literal de Cristo es preservada en el cielo y aplicada a los creyentes individuales. Cuando las Escrituras dicen que somos redimidos por la sangre (1 Ped.1:18-19), no están hablando de un tazón de sangre en el cielo. Lo que quieren decir es que somos salvos por la muerte sacrificial de Cristo.
De la misma manera, cuando Pablo dijo que se gloriaba en la cruz (Gál.6:14), no se refería a las vigas de madera literales; él estaba hablando de todos los elementos de la verdad redentora. Así como la cruz es una expresión que incluye toda la obra redentora de Cristo, también la sangre lo es. No es el líquido real que nos limpia de nuestros pecados, sino la obra de la redención que Cristo cumplió al derramarlo.
Eso no es herejía; es la verdad bíblica básica.
Si has sido turbado por estos asuntos y quisieras estudiarlos en más detalle, por favor escríbenos. Te enviaremos de manera gratuita un casete conteniendo prácticamente todo lo que he enseñado sobre la sangre de Cristo. Hemos compilado este casete de casi veinte años de mensajes dados en Grace Community Church. También tenemos algunos materiales escritos que explican nuestra postura, que te enviaremos, nuevamente, libre de costo.
Espero que seas como los bereanos nobles y estudies la Palabra de Dios por ti mismo para ver si estas cosas son ciertas. Por favor no seas influenciado por acusaciones imprudentes de herejía.
También, por favor ora por mí. Estos ataques han sido implacables, y confieso que a veces es desalentador. Sin embargo conozco que uno no puede estar en la vanguardia sin tener batallas constantes, y es un privilegio sufrir el agravio por el Señor (1 Ped.4:19).
Gracias por tus oraciones y apoyo. Por favor oren que Dios nos proteja mientras buscamos ministrar Su verdad con denuedo.


Suyo en Su Servicio,
John MacArthur
Pastor-Maestro


martes, 11 de marzo de 2014

viernes, 28 de febrero de 2014

Himnario de la Iglesia del Centro

La versión más actualizada del himnario de nuestra iglesia, con acordes. Espero que esto sea de bendición para ustedes.

viernes, 31 de enero de 2014

“¿PODRÍA DIOS HACER UNA ROCA TAN GRANDE QUE NI ÉL LA PUEDA LEVANTAR?”




Una vez en el Centro de Guadalajara compartí el Evangelio con un estudiante universitario, y él sacó esta pregunta, con el fin de desconcertarme y demostrar que el Dios de la Biblia no puede existir.

Lo creas o no, este tipo de preguntas son populares entre los ateos y agnósticos.  El razonamiento detrás del argumento es el siguiente:

Si Dios es omnipotente, no hay nada que no pueda hacer. Sin embargo, si uno responde “Sí” a la pregunta de arriba, entonces Dios no puede levantar una roca…y por lo tanto Él no es omnipotente. Si uno responde “No” a la pregunta de arriba, entonces hay algo que Dios no puede hacer…y por lo tanto Él no es omnipotente. De cualquier manera que uno responda, esto demostrará que Dios no es omnipotente, y por lo tanto no puede existir.

Creo que sería provechoso dar una respuesta bíblica a esta pregunta. Si nunca la oyes en tu vida, este ejercicio por lo menos te puede ayudar a entender un poco más acerca de la persona y ser de nuestro Dios y Señor.

Proverbios 26:4-5 nos amonesta:                                                         
“Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él.
Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión.”

Este es un pasaje que debemos recordar cada vez que salgamos a evangelizar. Nos ayudará pausar y pensar antes de dar respuestas a preguntas que algunos incrédulos nos hacen para retarnos. Este tipo de preguntas no son sinceras, de un corazón dispuesto a escuchar y aprender y someterse a la verdad…son acusaciones e intentos de ganar un argumento. La mayoría del tiempo estas se basan en presuposiciones erróneas. Hay que aprender a detectar y atacar estas presuposiciones antes de abordar la pregunta misma, no sea que terminemos respondiendo “al necio de acuerdo con su necedad”.

Lo siguiente es un ejemplo de cómo podemos hacer esto y responder “al necio como merece su necedad”. He hecho cuatro observaciones sobre la pregunta de arriba: 

  1. La pregunta asume que “omnipotente” significa que Dios puede hacer todo. Este es un tremendo error. Una definición sencilla de la omnipotencia, bíblicamente, es que el poder de Dios es ilimitado e infinito, y capaz de hacer toda Su santa voluntad. Esto no significa que Él puede hacer toda cosa que la mente humana depravada pueda concebir.

    Siendo Dios, hay cosas que Dios NO puede hacer. Él no puede ir en contra de Su naturaleza. Por ejemplo:

    Siendo perfecto, Él NO puede equivocarse ni contradecirse. Siendo justo y santo, Él NO puede pecar. Siendo inmutable, Él NO puede cambiar. Siendo omnisciente, Él NO puede ignorar algo que sucede en el universo. Siendo omnipresente, Él NO puede estar en un solo lugar a la vez. Siendo omnipotente, Él NO puede cansarse ni fatigarse. Siendo el “Yo Soy”, totalmente auto existente, independiente y eterno, Él NO puede dejar de existir...ni existir y no existir al mismo tiempo.

    Todo esto de ninguna manera niega la realidad de la existencia de Dios. A lo contrario, la afirma, pues si Él no tuviera estos atributos, no sería Dios.

  2. Dios es infinito. Es imposible que exista una roca que sea más grande que la infinidad. Y ya que Dios también es infinito en poder, es imposible que exista algo que sea mayor que el poder infinito.

  3. La omnipresencia de Dios no solo significa que Él está en absolutamente todo lugar en el universo y espacio—también significa que Él no puede ser confinado a cualquier tipo de espacio, tan grande como este sea. Los cielos de los cielos no lo pueden contener (1 Reyes 8:27). No debemos pensar acerca de Dios en términos espaciales, como si Él fuera un ser infinitamente grande que llena todo el universo. No, Él no tiene tamaño ni dimensiones. Él existe independientemente de estas cosas. ¡De hecho, Él creó el espacio y las dimensiones! Antes de que estas existieran (es decir, no existía NADA) — ¡Él estaba ahí! Dios es espíritu (Juan 4:24), y Su existencia es totalmente separada de la materia y el espacio. Cuando reflexionamos seriamente sobre el ser de Dios, nos damos cuenta de la locura de tratar de comparar a Dios con algo creado, material y dimensional.

  4. Por lo tanto, la pregunta misma es una contradicción, una falacia lógica. Carece de sentido alguno, y por consiguiente es imposible de responder. Sería como decir:

    “Estoy absolutamente seguro que no existe la verdad absoluta.”

    “Es imposible terminar una oración con la palabra ‘un’.”

    “No me sé ni una sola palabra en español.”


    La pregunta es autorefutante. También caería en la categoría de falacia llamada “la pregunta compleja”. Un ejemplo de esto sería: “¿Ya has dejado de golpear a tu esposa?” O: “¿Te gusta el olor del color amarillo?” Cualquier respuesta a preguntas como estas será equivocada porque comienzan con presuposiciones erróneas o que no han sido comprobadas por la persona que está haciendo la pregunta.


Entonces, si en alguna ocasión te encuentras con alguien que te hace esta pregunta, no dudes en señalar la necedad de ella. Puede parecer increíble que existan personas que realmente toman en serio argumentos como estos. Pero lo hacen porque, como dice la Palabra de Dios, están ciegos y muertos en sus pecados (2 Cor.4:4; Efesios 2:1). No entienden las Escrituras y en su arrogancia se atreven a creerse más sabios que su Creador. Pero recordemos que nosotros en otro tiempo fuimos iguales (Tito 3:3), respondámosles en amor y llevémosles al Evangelio que les puede salvar.   

miércoles, 29 de enero de 2014

"¡Pero Santiago Dos Dice...!"

¿Cómo respondemos a la objeción de los católicos, testigos de Jehová, mormones, etc. de que Santiago capítulo 2 enseña que la justificación es por las obras y no solo por la fe?

He tenido que responder esta objeción tantas veces que decidí escribir un folleto tratando con el tema. Este aclara la confusión y saca a luz los errores de los que toman este pasaje fuera de contexto para negar la salvación únicamente por gracia por medio de la fe en Cristo.  

¡Léanlo, descárguenlo, imprímanlo y úsenlo!