El cantante y
músico Jesús Adrián Romero recientemente escribió un artículo en el cual afirmó que no puede “comprobar con ‘absoluta certeza’ que la Biblia es la palabra de
Dios.” Sus palabras son controversiales y ya está recibiendo críticas de algunos cristianos. Puedes leer su artículo AQUÍ.
Al leer lo que él escribió, vi varias cosas
preocupantes y sentí la necesidad de presentar una respuesta bíblica. Las
palabras de Romero están en rojo; mi respuesta, en negro.
Me gusta la honestidad de los agnósticos, aprecio su
humildad epistemológica.
Un agnóstico no descarta ni acepta creencias religiosas,
simplemente toma una postura neutral porque reconoce los límites del
conocimiento humano en el tema de Dios y la religión.
A diferencia de los ateos y los teístas que se ubican en
los extremos del espectro del conocimiento propositivo, los agnósticos se
mantienen en el centro.
Con todo respeto a Jesús Adrian— ¿Qué Biblia está leyendo? ¿Los agnósticos
tienen “honestidad”? ¿“Humildad epistemológica”? Jesús Adrián Romero no solo
demuestra tener un concepto erróneo del agnosticismo, también demuestra tener una
gran falta de conocimiento de la Palabra de Dios.
Romanos 1:18-20: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad; 19 porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. 20 Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.”
Romero admira a los agnósticos…Dios nos dice
explícitamente que no hay tal cosa como
un agnóstico. Romero pinta a los agnósticos como personas honestas que
sinceramente no saben si Dios existe o no…la Palabra de Dios nos muestra que
absolutamente todo ser humano en este
mundo, y a lo largo de toda la historia de la humanidad desde la creación, ha conocido
de la existencia del Dios de las Escrituras.
La creación misma siempre ha dado al hombre
un destello del asombroso poder, el infinito conocimiento, y la gloriosa sabiduría
del Señor. Además, existe dentro del corazón humano una conciencia innata de la
divinidad. Por instinto natural, él simplemente sabe que Dios es, y sus facultades de razonamiento
confirman este hecho. Finalmente, el hombre posee una conciencia, un
conocimiento interno del bien y del mal, como bien nos describe Rom.2:14-16. A la luz de todo esto, el
hombre reconoce que será moralmente responsable ante Dios un día.
¿Pero por qué, entonces, hay personas que
dicen ser agnósticas? Por la sencilla razón de que el hombre es pecador, y como
tal aborrece a Dios y busca restringir la verdad en su injusticia. En otras
palabras, un agnóstico es un mentiroso.
Romanos 1:21-22: “Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se volvieron necios…”
Lejos de ser “neutral”, como Romero afirma, el
agnóstico demuestra estar totalmente opuesto a Dios. Lejos de ser una virtud
que debe ser admirada, el agnosticismo, según Dios, es una necedad total que merece
ser lamentada. Ningún agnóstico tiene excusa alguna por su falta de adoración del
único Dios verdadero. El agnosticismo en realidad es solo un pretexto para permanecer
en el pecado. Es por su amor de la maldad que el agnóstico, aparte de la gracia
especial de Dios, realmente no desea indagar acerca de la verdad, rastreando la
poca luz que tiene al Dios que está cercano y que le puede salvar (Hch. 17:25-27). Se queda espiritualmente
inmóvil e indeciso por la misma razón que Gamaliel lo hizo (Hch. 5:34-39): porque, en su pecado, piensa
que le es más conveniente y deseable hacerlo.
Para poder ayudar a un agnóstico, es
importante reconocer, ante todo, que—contrario a lo que dice Jesús Adrian
Romero—no hay neutralidad en un agnóstico. Dios testifica que “la mente puesta
en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni
siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios” (Rom.8:7-8).
Las Escrituras contradicen las afirmaciones
de los agnósticos. Por lo tanto, Jesús Adrian
Romero tiene dos opciones: puede confiar en la palabra de los agnósticos (que
declaran sinceramente no saber si Dios existe o no), o puede confiar en la
Palabra de Dios, que nos dice que todo “agnóstico” sabe que Él existe. Es la
palabra del hombre versus la Palabra de Dios. ¿A quién va a creer? Que “sea
hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso” (Rom.3:4). Tristemente, en este asunto Romero parece haberse aliado con el
hombre en contra de Dios.
Los cristianos (teístas) tenemos mucho que aprender de
los agnósticos.
Es cierto que podemos aprender mucho de cualquier persona sin Cristo. Estoy
seguro de que, por ejemplo, historiadores, químicos, carpinteros y otros hombres hábiles
en su oficio tienen la capacidad de instruirnos y capacitarnos en muchas cosas.
Sin embargo, los pasajes citados de arriba nos muestran que lo único que
podemos aprender de la filosofía agnóstica es que es una necedad que sólo
confirma lo que nos dice la Palabra de Dios…y en el libro de los Proverbios el Señor nos
advierte repetidamente a no seguir a los necios en su necedad (p. ej.: Prov.13:20; 17:12; 26:4-5).
El artículo
de Jesús Adrian Romero deja mucho que desear…y esto que solamente he evaluado
la primera parte. Pero lo más preocupante de esto es que Romero afirma ser un
pastor. Tito 1:9 enfatiza el hecho
de que un anciano debe conocer la sana doctrina, ser apto para enseñarla, y
poder refutar a los que la contradicen (ver también 1 Tim.3:2). Por decir lo menos, el conocimiento escritural de
Romero es muy deficiente—lo cual significa que él no es apto para ser pastor.
Oro para que se dé cuenta de esto y que los muchos que lo admiran y confían en
él no sean confundidos y tropezados por sus palabras.
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