domingo, 28 de agosto de 2011

CITAS CITABLES: ¡Dispáralos al Rojo Vivo!



La siguiente cita de Spurgeon da a una persona como yo mucha consolación. Recuerden que la Biblia dice que Dios usa lo necio de este mundo para avergonzar a los sabios (1 Cor.1:26-29). Yo definitivamente me contaría con lo "necio" de este mundo...y eso es verdad incluso en el evangelismo. No tengo el don de "orador elocuente" ni tengo facilidad de palabras (especialmente con el Español, mi segundo idioma).

Pero si eres como yo, y las palabras de tu predicación son pobres y lamentables, no hay razón de preocuparse. Busca al Señor y Su poder, pídele que te ayude... ¡y luego sal a las calles y dispara balas al rojo vivo!
Si un hombre será un ganador de almas, debe haber dentro de él una intensidad de emoción así como una sinceridad de corazón. Puedes predicar las advertencias más solemnes, las amenazas más terribles, de una manera tan indiferente y descuidada que nadie será afectada por ellas en la más mínima manera; y puedes repetir las exhortaciones más afectuosas de una manera tan carente de entusiasmo que nadie será movido ni a amar ni a temer.  Opino, hermanos, que para ganar almas se necesita más de este asunto de sinceridad que en casi cualquier otra cosa. He visto y oído a algunos que eran muy pobres predicadores, que sin embargo llevaron a muchas almas al Salvador a través de la sinceridad con la cual dieron su mensaje. No había positivamente nada en sus sermones (hasta que el comerciante de víveres los usó para envolver su mantequilla con ellos), y sin embargo esos sermones débiles llevaron a muchos a Cristo. No fue tanto lo que los predicadores dijeron, sino más cómo lo dijeron, esa convicción llevada a los corazones de los oyentes. La verdad más sencilla llegó a tener tan impacto debido a la intensidad de las palabras y emoción del hombre de quién esta venía, que tuvo un efecto sorprendente. Si algún varón aquí me diera una bala de cañón, supongamos que pese cincuenta o cien libras, y me permita rodarlo por el cuarto; y otro me prestaría una bala de rifle, y un rifle con el cual la pudiera disparar, yo sé cuál sería el más eficaz de los dos. Que ningún hombre menosprecie la pequeña bala, ya que esta muy a menudo mata al pecado, y al pecador también. Así que, hermanos, no es el tamaño de las palabras que hables; es la fuerza con que las das que decide qué sucederá con esas palabras. Oí de un barco que fue disparado por el cañón de un fuerte, pero no logró hacer ningún daño hasta que el general comandante dio el orden de que calienten las balas al rojo vivo, y entonces la nave fue lanzada al fondo del mar en tres minutos. Eso es lo que debes hacer con tus sermones, dispáralos al rojo vivo; no importa si los hombres digan que eres demasiado entusiástico, e incluso fanático, dispáralos al rojo vivo, no hay nada más que sea ni la mitad de bueno para el propósito que tienes en vista. No salimos a tirar bolas de nieve los domingos, salimos a tirar balas de fuego; debemos lanzar granadas a las filas del enemigo.

¡Qué sinceridad merece nuestro tema! Tenemos que hablar de un Salvador sincero, un cielo sincero, y un infierno sincero. ¡Qué sinceros debemos ser cuando recordamos que en nuestra labor tenemos que tratar con almas que son inmortales, con el pecado que es eterno en sus efectos, con un perdón que es infinito, y con terrores y gozos que durarán para siempre! Un hombre que no es sincero cuando tiene un tema como este— ¿podría siquiera tener un corazón? ¿Se podría descubrir uno con un microscopio? Si él fuera disecado, probablemente lo único que se encontraría fuera una piedrecita, un corazón de piedra, o alguna otra sustancia igualmente incapaz de emoción. Confío que, cuando Dios nos dio corazones de carne para nosotros mismo, nos dio corazones que podían sentir por otras personas también.

Carlos Spurgeon, El Ganador de Almas


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