martes, 16 de agosto de 2011

LAS CRÓNICAS DE LAS SECTAS: El Aniquilacionismo


Hoy en día hay muchas sectas que niegan la doctrina de la eternidad del infierno. Algunos de estos grupos (como los Testigos de Jehová y los Adventistas del Séptimo Día) en cambio creen que Dios simplemente aniquilará a los que no han vuelto de sus pecados.
Sin embargo, las Escrituras describen el infierno como un lugar de tormento consciente, donde los pecadores sufrirán “castigo eterno” (Mat.25:46), siendo “atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apoc.20:10). El infierno es un lugar de “eterna perdición” y exclusión “de la presencia del Señor” (2 Tes.1:9), “fuego que nunca se apagará” (Mat.3:12; Mar.9:43), un lugar de “la oscuridad de las tinieblas” (Jud.13) donde habrá llanto y crujir de dientes (Luc.13:28).
Para mayor información sobre la evidencia bíblica de un infierno eterno, por favor ve a:
Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana: El Infierno

http://www.miapic.com/el-infierno

Una objeción común de los que niegan la eternidad del infierno—o incluso los que niegan la existencia de un lugar llamado el infierno—es que no parece lógico o justo que Dios castigara a los pecadores por toda la eternidad por haber pecado contra Él en el tiempo. ¿Si hemos cometido un número finito de pecados—ellos preguntan—como entonces podemos merecer un castigo infinito?
La respuesta, de nuevo, se encuentra en las Escrituras. Dios es santo (Isa.6:3) y perfectamente justo y recto (Sal.7:11), y por lo tanto no puede mirar el pecado (Hab.1:13). De hecho, la Biblia dice que Él aborrece a los que practican iniquidad (Sal.5:5). Él es un Dios eterno (Isa.40:28) e infinito en poder y fuerza (Job 37:23; 1 Tim.6:15-16). Nosotros hemos pecado contra este Dios infinito, eterno y omnipotente, y por lo tanto merecemos un castigo eterno por nuestros pecados.

Vea, no es la cantidad, sino la calidad de un crimen que determina el grado del castigo de un criminal. Y la calidad del crimen es determinada por la calidad de contra quien cometemos el crimen.
Esto se puede ver en nuestro propio sistema de justicia penal. Si piso una hormiga, no es probable que tenga que enfrentar ningunas consecuencias legales. Sin embargo, si mato a un gato domestico por ninguna razón, puedo ser demandado por el dueño del animal, y aun enjuiciado por crueldad animal. Y si quito la vida de un ser humano sin justa razón, ciertamente recibiré la cadena perpetua y/o la pena de muerte. Cuanto mayor sea el valor de un individuo, mayor será el crimen contra él y más severo será el castigo.

Y la verdad es que nosotros, pecadores totalmente depravados y malvados como somos, hemos ofendido a un Dios que es infinito en gloria y pureza, e infinito en valor. Nos hemos atrevido a levantar los puños hacia el cielo y rebelarnos contra nuestro propio Señor y Rey. Nos hemos atrevido a maldecir y blasfemar a este Creador Todopoderoso, y pronunciar a nosotros mismos como señores y dioses de nuestras propias vidas. Si no hemos hecho estas cosas directa y abiertamente, lo hacemos indirectamente cada vez que escogemos pecar voluntariamente. Como los puritanos declaraban con toda razón, ¡el pecado es locura total! ¿Cómo podemos aun pensar en rebelarnos contra este gran y terrible Dios?
Pero el pecado más grande de todos, el que absolutamente sellará nuestra condenación en el infierno por toda la eternidad, es menospreciar la bondad y misericordia de Dios demostrada en la cruz del Calvario…rechazar la única esperanza que los pecadores tienen para la salvación, menospreciar el sacrificio glorioso de Cristo en la cruz y pisotear Su preciosa sangre, teniendo por inmundo el acto más grande de amor que el mundo jamás ha visto. Jesús, el Rey de Reyes y Señor de Señores, dejó Sus riquezas celestiales y vino al basural de pecado que es este mundo, se humilló de tal manera que vivió como un mero siervo pobre, y murió en una cruz llevando el castigo de Su pueblo. Después resucitó de entre los muertos y una vez por todas derrotó todo el poder del pecado, de la muerte y del infierno. Por toda la eternidad, todos aquellos que se arrepintieron y creyeron en Su nombre cantarán: “¡El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza!” (Apo.5:12). Realmente es locura rechazar a un Salvador tan infinitamente digno que nos ofrece la vida, e incluso estaba dispuesto a venir a este mundo y morir en una cruz para salvarnos de la ira de Dios que justamente merecíamos.
“¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: ‘Mía es la venganza, yo daré el pago’, dice el Señor. Y otra vez: ‘El Señor juzgará a su pueblo’. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”
Hebreos 10:29-31
El caso está cerrado, pienso yo. Pero sólo terminaré con una observación final. Los fuegos del infierno son para tormento, y no para purificación. Los fuegos eternos nunca podrán limpiar a un hombre de sus pecados; solo la sangre de Cristo tiene poder de quitar y lavar nuestra maldad, y solo el Espíritu Santo puede regenerar nuestros corazones para que lo podamos amar. Por lo tanto, todos los que mueren en sus pecados seguirán siendo viles y abominables e impenitentes y aborrecedores de Dios en el infierno. (Leer Apocalipsis 9:20 y 16:8-11. Aún después de experimentar la misma ira y juicios de Dios, ellos no se arrepintieron de sus obras malas ni le dieron la gloria; continuaron maldiciendo y blasfemando a Dios).
Y peor aún, la gracia común de Dios será quitada de ellos, eliminando del ser de ellos cualquier y toda apariencia externa de bondad y hermosura. Entonces todos los santos y ángeles y criaturas creadas para la gloria de Dios verán a estos rebeldes como verdaderamente son—monstruos de iniquidad totalmente horrendos y grotescos. Como dijo un predicador, el día en que sean arrojados al infierno, toda la creación se regocijará y cantará porque el Señor por fin los ha quitado de este mundo.
Los pecadores en el infierno seguirán aborreciendo a Dios, y seguirán recibiendo el castigo justo que merecen—por toda la eternidad.

1 comentario:

  1. Romanos 3:5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.)6 En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?. Dios es un juez justo

    ResponderBorrar