miércoles, 21 de diciembre de 2011

TODO SOBRE DIOS Y ASESINAR PARTE 2b



Agrego una razón más a mi lista de razones por las cuales un creyente viviendo bajo el Nuevo Pacto no debe asesinar:

3) El Nuevo Pacto no contiene leyes ceremoniales. Además de leyes judiciales, Dios estableció leyes ceremoniales para el pueblo de Israel, como leyes dietéticas estrictas (que tipos de animales podían comer y cuáles no, cómo debían cocinar ciertas comidas, etc.), cómo debían vestirse, ordenanzas de ofrecer sacrificios de animales en el templo, ordenanzas de celebrar y guardar ciertas fiestas especiales para Dios (como el día de reposo), hasta como debían lavarse las manos en ciertos casos…y muchas otras. La consecuencia de no obedecer muchos de estos mandatos era la pena de muerte. Estas costumbres establecidas por Dios separaban al pueblo de Israel de las otras naciones. Obedeciéndolas, ellos vivirían vidas más sanas que otros pueblos (siguiendo las leyes dietéticas y de higiene, por ejemplo)…pero de mayor importancia, las leyes ceremoniales asegurarían que la nación de Israel sea distinta a todas las demás naciones, y eso es justamente lo que Dios quería—un pueblo como ningún otro, no contaminado por las costumbres paganas de los demás pueblos, totalmente santo y apartado para Sí mismo y Su propia gloria.

La Biblia nos dice que todas las cosas escritas en el Antiguo Testamento, incluyendo dichos mandatos y ordenanzas, fueron escritas para la amonestación de los creyentes bajo el Nuevo Pacto (Rom.15:4; 1 Cor.9:9-10; 1 Cor.10:11). Las leyes ceremoniales eran minuciosas y traían consecuencias severas a los que se rebelaban contra ellas, pero esto es porque estas leyes fueron dadas con un propósito específico; ellas contenían verdades espirituales que iban a ser reveladas en el futuro. Una de las verdades más evidentes que Dios quería comunicar a nosotros por medio de estas leyes ceremoniales es la necesidad de los creyentes de vivir en santidad. Así como las ordenanzas dadas al pueblo de Israel les exigían a vivir vidas totalmente apartadas para Él, sin contaminarse con el mundo, el Señor dice que los creyentes del día de hoy son un “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios” (1 Pedro 2:9). El Nuevo Testamento en muchas partes nos exhorta a no contaminarnos con el pecado del mundo y no amar las cosas del mundo. En cambio debemos presentar nuestros cuerpos y vidas como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios (Rom.12:1-2). Y así como no seguir las leyes ceremoniales que Dios había mandado en el Antiguo Pacto podía resultar en muerte y separación del pueblo de Dios, Él de igual manera amonesta a todos los que afirman ser creyentes y parte del cuerpo de Cristo a huir de la maldad y cuidarse, ya que sin la santidad, “nadie verá al Señor” (Heb.12:14). Los que siguen las obras de la carne no heredarán el Reino de Dios (Gal.5:21).

Colosenses 2:16-17 también nos dice que las reglas del Antiguo Pacto con respecto a comidas, días de fiesta, lunas nuevas (celebraciones una vez al mes), y días de reposo eran solamente sombras de lo que iba a venir después. Por ejemplo, las leyes con respecto a cuáles animales los israelitas podían comer (ciertos animales como los cerdos eran considerados inmundos) en realidad representaban la distinción entre los judíos y los gentiles. En Hechos 10 el Señor revela al apóstol Pedro por medio de una visión que lo los animales que antes eran inmundos, ahora Dios los ha declarado limpios. El significado de esta visión iba más allá que la comida—la verdad que Dios estaba comunicando era que los gentiles, antes considerados como “inmundos” por los judíos, ahora serían “limpios”; es decir, serían incluidos en el Nuevo Pacto.

De igual manera, la ley del día de reposo era una sombra del verdadero reposo, Cristo Jesús. Así como que en seis días los judíos trabajaban y en el séptimo descansaban, todos aquellos que han dejado de “trabajar” (tratar de salvarse a sí mismos por sus obras), y en lugar de esto han confiado en la obra completada una vez por todas por Jesucristo, están descansando en Él (Hebreos 4:1-11; Mat.11:28). El sábado es un símbolo de la salvación que se encuentra en Cristo y también de la salvación final del cielo que los creyentes disfrutarán una vez que su labor por Dios ha terminado en la tierra.

Una vez que Cristo murió en la cruz y estableció el Nuevo Pacto, todos los mandamientos ceremoniales fueron cancelados y abolidos (Efe.2:14-15; Col.2:14). Ya no había necesidad de ellos porque la cosa que representaban ya había llegado. Por lo tanto, los creyentes del día de hoy no están obligados a obedecerlos—y menos a matar a aquellos que no los obedecen.

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