jueves, 23 de julio de 2015

Mi Respuesta a Jesús Adrián Romero, Primera Parte



El cantante y músico Jesús Adrián Romero recientemente escribió un artículo en el cual afirmó que no puede “comprobar con ‘absoluta certeza’ que la Biblia es la palabra de Dios.” Sus palabras son controversiales y ya está recibiendo críticas de algunos cristianos. Puedes leer su artículo AQUÍ

Al leer lo que él escribió, vi varias cosas preocupantes y sentí la necesidad de presentar una respuesta bíblica. Las palabras de Romero están en rojo; mi respuesta, en negro.

Me gusta la honestidad de los agnósticos, aprecio su humildad epistemológica.
Un agnóstico no descarta ni acepta creencias religiosas, simplemente toma una postura neutral porque reconoce los límites del conocimiento humano en el tema de Dios y la religión.

A diferencia de los ateos y los teístas que se ubican en los extremos del espectro del conocimiento propositivo, los agnósticos se mantienen en el centro.


Con todo respeto a Jesús Adrian— ¿Qué Biblia está leyendo? ¿Los agnósticos tienen “honestidad”? ¿“Humildad epistemológica”? Jesús Adrián Romero no solo demuestra tener un concepto erróneo del agnosticismo, también demuestra tener una gran falta de conocimiento de la Palabra de Dios.

Romanos 1:18-20: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad;  19  porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente.  20  Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.”

Romero admira a los agnósticos…Dios nos dice explícitamente que no hay tal cosa como un agnóstico. Romero pinta a los agnósticos como personas honestas que sinceramente no saben si Dios existe o no…la Palabra de Dios nos muestra que absolutamente todo ser humano en este mundo, y a lo largo de toda la historia de la humanidad desde la creación, ha conocido de la existencia del Dios de las Escrituras.

La creación misma siempre ha dado al hombre un destello del asombroso poder, el infinito conocimiento, y la gloriosa sabiduría del Señor. Además, existe dentro del corazón humano una conciencia innata de la divinidad. Por instinto natural, él simplemente sabe que Dios es, y sus facultades de razonamiento confirman este hecho. Finalmente, el hombre posee una conciencia, un conocimiento interno del bien y del mal, como bien nos describe Rom.2:14-16. A la luz de todo esto, el hombre reconoce que será moralmente responsable ante Dios un día.

¿Pero por qué, entonces, hay personas que dicen ser agnósticas? Por la sencilla razón de que el hombre es pecador, y como tal aborrece a Dios y busca restringir la verdad en su injusticia. En otras palabras, un agnóstico es un mentiroso.

Romanos 1:21-22: “Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.  22  Profesando ser sabios, se volvieron necios…”

Lejos de ser “neutral”, como Romero afirma, el agnóstico demuestra estar totalmente opuesto a Dios. Lejos de ser una virtud que debe ser admirada, el agnosticismo, según Dios, es una necedad total que merece ser lamentada. Ningún agnóstico tiene excusa alguna por su falta de adoración del único Dios verdadero. El agnosticismo en realidad es solo un pretexto para permanecer en el pecado. Es por su amor de la maldad que el agnóstico, aparte de la gracia especial de Dios, realmente no desea indagar acerca de la verdad, rastreando la poca luz que tiene al Dios que está cercano y que le puede salvar (Hch. 17:25-27). Se queda espiritualmente inmóvil e indeciso por la misma razón que Gamaliel lo hizo (Hch. 5:34-39): porque, en su pecado, piensa que le es más conveniente y deseable hacerlo.

Para poder ayudar a un agnóstico, es importante reconocer, ante todo, que—contrario a lo que dice Jesús Adrian Romero—no hay neutralidad en un agnóstico. Dios testifica que “la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios”  (Rom.8:7-8).

Las Escrituras contradicen las afirmaciones de los agnósticos.  Por lo tanto, Jesús Adrian Romero tiene dos opciones: puede confiar en la palabra de los agnósticos (que declaran sinceramente no saber si Dios existe o no), o puede confiar en la Palabra de Dios, que nos dice que todo “agnóstico” sabe que Él existe. Es la palabra del hombre versus la Palabra de Dios. ¿A quién va a creer? Que “sea hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso” (Rom.3:4). Tristemente, en este asunto Romero parece haberse aliado con el hombre en contra de Dios.

Los cristianos (teístas) tenemos mucho que aprender de los agnósticos.

Es cierto que podemos aprender mucho de cualquier persona sin Cristo. Estoy seguro de que, por ejemplo, historiadores, químicos, carpinteros y otros hombres hábiles en su oficio tienen la capacidad de instruirnos y capacitarnos en muchas cosas. Sin embargo, los pasajes citados de arriba nos muestran que lo único que podemos aprender de la filosofía agnóstica es que es una necedad que sólo confirma lo que nos dice la Palabra de Dios…y en el libro de los Proverbios el Señor nos advierte repetidamente a no seguir a los necios en su necedad (p. ej.: Prov.13:20; 17:12; 26:4-5).


El artículo de Jesús Adrian Romero deja mucho que desear…y esto que solamente he evaluado la primera parte. Pero lo más preocupante de esto es que Romero afirma ser un pastor. Tito 1:9 enfatiza el hecho de que un anciano debe conocer la sana doctrina, ser apto para enseñarla, y poder refutar a los que la contradicen (ver también 1 Tim.3:2). Por decir lo menos, el conocimiento escritural de Romero es muy deficiente—lo cual significa que él no es apto para ser pastor. Oro para que se dé cuenta de esto y que los muchos que lo admiran y confían en él no sean confundidos y tropezados por sus palabras. 


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