miércoles, 29 de julio de 2015

Mi Respuesta a Jesús Adrián Romero, Tercera Parte: La Autoridad Final del Creyente




Esta es la tercera y última parte de mi crítica de lo que Jesús Adrian Romero comparte en una entrada de su página titulada Humildad Teológica. Es necesario advertirles que estaré tratando aquí con una cuestión filosófica que requerirá de nuestra parte un poco más de meditación. Muchos se “desconectan” al leer de conceptos filosóficos, prefiriendo más bien leer o ver algo más “sencillo” que no requiera ejercitar tanto los músculos cerebrales. Sin embargo, lo que voy a compartir trata con algo de lo cual tenemos que tener al menos un conocimiento básico, pues tiene que ver con la Palabra de Dios, la autoridad final del cristiano. Es imprescindible que entendamos lo siguiente para estar firmemente cimentados sobre la verdad y no cometer un gravísimo error como el que Romero comete en el resto de lo que escribe. Él dice:

Por ejemplo, no tengo problemas en afirmar que la Biblia es la palabra de Dios y la autoridad final en asuntos de fe y práctica, pero si soy honesto debo reconocer que hay huecos en los argumentos a favor de esta verdad, y para aceptarla, en algún momento de mi formación espiritual tuve que tomar un paso de fe.

Esta es una declaración increíble. Quizás algunos no vean a primera vista el enorme problema con lo que Romero ha dicho. ¿Cómo puede alguien afirmar tener una autoridad final pero al mismo tiempo decir que existen “huecos a favor” de esto? Es obvio que Romero no entiende lo que es una “autoridad final”.

Podríamos definir una autoridad absoluta o final como el estándar más alto de un individuo, por el cual este mide todas las cosas. Es la regla con la cual todas las cosas son comparadas. Todos tenemos un estándar final: para los cristianos, Dios (quien es entendido por su Palabra) es el estándar final; para los evolucionistas, por ejemplo, su estándar final es el naturalismo (lo único que existe es lo natural) o el empirismo estricto (lo real y verdadero es sólo lo que puede ser observado y estudiado).

Una autoridad final es un estándar independiente que no requiere ninguna otra fuente para su autenticación…por eso se llama una autoridad final. Es decir, no podemos apelar a algo más alto o autoritativo que esa autoridad final para comprobarla. Cada autoridad final necesariamente tiene que apelarse a sí misma como la evidencia máxima de su veracidad y validez. Si pudiéramos apelar a algo más alto que nuestra autoridad final, entonces nuestra autoridad final en realidad no sería una autoridad final…esa otra cosa lo sería. Por ejemplo, si apeláramos a la evidencia histórica para comprobar que la Biblia es cierta, entonces la Biblia no sería la autoridad final, la evidencia histórica lo sería. Ahora bien, la evidencia histórica puede confirmar el hecho de que la Biblia es la verdad, pero esta nunca puede ser vista como la “prueba absoluta” de la veracidad de la Biblia. La Escritura es la verdad que procede de Dios (Juan 17:17; 2 Tim.3:16), y por lo tanto es nuestra autoridad absoluta y final de la verdad. ¿Cómo comprobamos que la Biblia realmente es la verdad? No al señalar a la arqueología, ni la historia, ni la ciencia ni la razón humana, sino al señalar a la Biblia misma.

Algunos me acusarían de cometer la falacia de “razonamiento circular”…después de todo, estoy usando la Biblia para comprobar la Biblia. Aunque confieso que mi argumento involucra cierto grado de circularidad, no es viciosamente circular, es virtuosamente circular. Un ejemplo de un argumento viciosamente circular sería: “Mi razonamiento es válido porque me parece razonable que lo es”. Tal argumento circular es erróneo porque es arbitrario—se basa en el criterio subjetivo de la persona de su propia racionalidad, y asume lo que está tratando de probar sin poder probar que lo que está asumiendo. A cambio, cuando yo argumento a favor las Escrituras siendo nuestra autoridad final y objetiva, no solo argumento circularmente para comprobarla (“la Biblia es nuestra autoridad porque dice que lo es”), sino que uso información adicional para respaldar mi conclusión. Esta información adicional confirma lo que dice la Biblia, y de hecho nos muestra que tenemos que empezar con la Biblia para poder comprobar la Biblia.  

Quizás lo que acabo de decir parezca un poco confuso. Para ayudarnos a entender esto, consideremos la lógica. Las leyes de la lógica realmente existen: ¿verdadero o falso? Cualquier respuesta que diéramos a esta pregunta comprobaría las leyes de la lógica… ¡pues necesitamos usar las leyes de la lógica para averiguar si son ciertas o no! Si no existieran no pudiéramos dar una respuesta lógica y coherente, ni qué hablar de hacer una pregunta lógica. Tenemos que asumir las leyes de la lógica para evaluarlas. Por lo tanto, el argumento a favor de la existencia de las leyes de la lógica requiere cierta circularidad—pero no solo tenemos que argumentar en un círculo (“Las leyes de la lógica son ciertas porque lo son”), podemos agregar información adicional para respaldar nuestra conclusión (“Sin ellas no podríamos responder lógicamente”). Esta información adicional nos muestra que tenemos que empezar con las leyes de la lógica para poder comprobarlas. La lógica tiene que usarse a sí misma como la evidencia más grande de su propia existencia. No es erróneo argumentar de esta manera, es necesario; sería imposible argumentar de otra manera. Las leyes de la lógica tienen que ser ciertas por la imposibilidad de lo contrario.  

De la misma manera, consideremos el siguiente argumento y pregunta—“La Biblia es la Palabra de Dios y la autoridad final en asuntos de fe y práctica: ¿verdadero o falso?” Cualquier respuesta que demos a esta pregunta solo confirmará que la Biblia es de Dios y la autoridad final. Cualquier intento de refutar la afirmación ya mencionada tendría que presuponer cosas acerca del universo que sólo podrían ser ciertas si la Biblia fuera la verdad en primer lugar. La Biblia no solamente afirma que es la Palabra de Dios y la autoridad final; también nos provee el fundamento para la lógica, la ciencia, la moralidad, la uniformidad de la naturaleza, para el hecho de que podemos confiar en nuestros sentidos, etc. Este fundamento es el Señor Dios mismo. Tenemos leyes objetivas, inmutables, absolutas, universales, e inmateriales que gobiernan el universo porque estas reflejan el carácter del Dios verdadero, inmutable, soberano, omnipresente, y espiritual. Podemos confiar que nuestro raciocinio y cinco sentidos sean válidos porque llevamos la imagen de nuestro Creador. Podemos confiar que las leyes naturales de hoy serán vigentes mañana porque nuestro Señor no cambia.

Quita a Dios y su Palabra y no tendrás razón válida alguna para decir que algo es correcto o incorrecto, verdadero o falso, moral o inmoral, lógico o ilógico, etc. Estos conceptos carecen de sentido si no hay un Dios del cual proceden. Sin esta Autoridad Final, no podemos explicar ni justificar absolutamente nada: ¿Quién dice que no podemos matar y odiar y ser egoístas? ¿Quién dice que una creencia es verdadera o falsa? ¿Cómo podemos saber con certeza que realmente existimos, y que no somos un cerebro en un laboratorio? ¿Cómo podemos justificar leyes de la lógica absolutas, inmateriales y universales...y cómo podemos tener la certeza de que podemos evaluar estas leyes correctamente? Nos quedamos solamente con opiniones subjetivas y arbitrarias, con la locura (sin una justificación para la lógica y la verdad absoluta), con la incertidumbre (no teniendo una razón para creer que mañana será como hoy, ni que en verdad existamos)…con CAOS TOTAL. De hecho, nos quedaríamos con una imposibilidad, pues un mundo sin un estándar absoluto jamás podría existir. En conclusión, es perfectamente válido argumentar que la Biblia es la Palabra de Dios y nuestra autoridad final, porque si no lo fuera, no tendría sentido investigar la certeza de esta afirmación. Incluso, cualquier intento de refutar esta afirmación sería autorefutante, ya que usaría conceptos (como la lógica) que presuponen un mundo que solo pudiera existir si la Palabra de Dios fuera cierta. Por lo tanto, podemos decir con certeza que la Biblia es la Palabra de Dios por la imposibilidad de lo contrario. Si la rechazas, eres reducido a la absurdez.

Quiero dejar claro que no estoy diciendo que debemos razonar hacia el Dios de las Escrituras (A+B+C…y por lo tanto=Dios). ¡Necesitamos presuponer el Dios de las Escrituras para poder razonar! Necesitamos comenzar con el Dios verdadero de la Biblia para que cualquier argumento tenga sentido. Como una persona dijo una vez: “Dios no es un dios hacia quien debemos razonar...el es ÉL Dios sin el cual no podríamos razonar.” Y las Escrituras son su aliento, su exhalación (2 Tim.3:16), por medio de las cuales Él se revela a sí mismo y su universo. Como tal, son nuestra autoridad final que debemos presuponer para que todo lo demás en la existencia tenga sentido.

Ahora bien, a la luz de esta explicación larga sobre la Biblia siendo nuestra autoridad absoluta, ¿pueden entender por qué la cita de arriba de Jesús Adrián Romero es tan absurda? Sería como decir: “Yo creo que las palabras existen, pero hay huecos en los argumentos a favor de esta verdad”. Esta una postura autorefutante: ¡tienes que usar palabras para tratar de poner en duda la existencia de las palabras! Y al poner en duda la autoridad de la Biblia, Romero tiene que asumir que hay un estándar de la verdad con el cual debemos comparar todas las cosas…pero ese estándar de la verdad sólo puede existir si la Palabra de Dios es cierta y la autoridad final.

Lamentablemente, su artículo va de mal en peor:

¿Cómo compruebo que los 70 traductores de la septuaginta fueron inspirados por el Espíritu Santo para traducir de la manera correcta, agregar nuevos libros o partes de algunos libros al canon del antiguo testamento?

¿Cómo compruebo que el canon de las escrituras es absolutamente correcto y que los hombres asignados a este trabajo escogieron, dirigidos por el Espíritu Santo, la lista de los libros que compondrían la Biblia? ¿Cómo compruebo que fueron inspirados por el Espíritu Santo para determinar la canonicidad de ciertos libros y la apocrificidad de otros?

¿Cómo compruebo que el canon de la Biblia protestante es el correcto cuando el mismo Martín Lutero tenía problemas con algunos libros que ahora son parte del canon bíblico, y cuestionaba que libros como el de Ester, Hebreos y Santiago, entre otros, fueran inspirados por el Espíritu Santo?


Las preguntas que Romero hace contienen errores…pero eso no es lo más importante. Aun si supongamos que todos los hechos que él ha mencionado fueran ciertos tal y como los ha descrito, sería muy fácil responder sus preguntas. ¿Cómo puede Romero comprobar con certeza todo lo que pregunta acerca de la Biblia? Lo acaba de hacer. Él continúa presuponiendo un estándar de la verdad que sólo puede existir si las Escrituras son ciertas. Además, las ciertas y verdaderas palabras de las Escrituras nos dicen que nuestro Dios soberano preservará todas sus palabras (Salmo 12:6-7; Mat.24:35; 1 Ped.1:25, etc.).


Por supuesto que he leído todos los argumentos a favor de la autoridad de la Biblia y estoy de acuerdo con ellos; las profecías cumplidas, los pergaminos que respaldan lo que tenemos escrito, las evidencias históricas y geográficas, la consistencia literaria, la sobre-vivencia de la Biblia al escrutinio de los siglos y a los constantes ataques que ha recibido, etc. Pero después de todos los argumentos, debo ser honesto y aceptar que no puedo comprobar con “absoluta certeza” que la Biblia es la palabra de Dios.


Es evidente que Romero no ha leído todos los argumentos a favor de la autoridad de la Biblia. Él no está consciente del “argumento trascendental” que he explicado en esta entrada. Pero de cualquier manera, la postura autorefutante de Romero continúa. Con cada palabra que escribe, él demuestra la veracidad de la Palabra de Dios. Incluso su afirmación de no poder comprobar con “absoluta certeza” que la Biblia es de Dios lo demuestra.


Lo interesante de esto es que aunque no pueda comprobarlo, yo, junto a la mayoría de cristianos a través de los siglos, hemos estado dispuestos a morir por esta verdad. Tenemos la absoluta certeza que la Biblia es inspirada por Dios, pero más que certeza intelectual, esta certeza se deriva de algo más personal; FE.

En mi vida he comprobado que las palabras de este libro son verdad y son vida. Sus consejos me han llevado a encontrar la llave para entrar a una vida plena y productiva.

Es mi sincero deseo que la declaración de Jesús Adrián, de que está dispuesto a morir por la verdad, realmente se convierta en una realidad. Pero antes de morir por ella, tiene que creerla, y tiene que vivir conforme a ella…algo que evidentemente no está pasando ahorita.

(Para leer mi refutación de la falsa distinción que él hace entre la “certeza intelectual” y la fe, lee la segunda parte de mi crítica).


Al final de todos los argumentos, la única “verdad” a la que nos podemos aferrar con certeza es la verdad de nuestra fe.

Esta declaración es totalmente escandalosa…y suma e inequívocamente falsa. ¿Cómo puede decir tal cosa? La horrenda necedad que ha escrito aquí nos revela su corazón (Mat.12:34)…y nos muestra el fundamento de su religión: no es LA VERDAD OBJETIVA Y PROPOSICIONAL de la Palabra de Dios, es su experiencia subjetiva de “fe”. Sus palabras revelan que él no cree que las Escrituras sean su autoridad final—él mismo se cree ser su propia autoridad final. Romero NO está construyendo sobre la Roca, sino sobre la arena de su propia fe y experiencias religiosas y emocionales (Mat.7:24-27). ¡Con razón que no conoce las Escrituras!

Una aclaración: al decir esto no estoy descartando ni menospreciando la fe personal y las experiencias subjetivas, como la de la salvación. Pero lo que sí estoy diciendo es que nuestra fe y nuestras experiencias deben ser informadas por, y comparadas con, la Palabra de Dios. Romero tiene esto totalmente al revés.


Por supuesto que no es una fe ciega, es una fe que lucha y que cuestiona.
La verdadera fe no puede existir a parte de la duda. Cuando dejamos de cuestionar dejamos de aprender y hacemos de nuestra fe algo débil, algo que los demás no pueden tomar en serio.
               
Si la verdadera fe no puede existir a parte de la duda, entonces Jesucristo no tenía fe verdadera, debido a que Él nunca dudaba ni cuestionaba la verdad. Y Dios nunca nos manda a cuestionar su Palabra; Él nos manda a creerla y obedecerla. Cuando dejamos de cuestionar hacemos de nuestra fe algo fuerte. ¿Romero no ha leído pasajes como Mateo 17:20?

Un poco de humildad teológica nos hará testigos más honestos y nos dará más credibilidad en un mundo que desesperadamente busca respuestas.

No, un poco de humildad teológica nos hará creer la Palabra de Dios, en vez de cuestionarla y decir que debemos aprender de los agnósticos. Y nos has hará ver que el mundo no “desesperadamente busca respuestas”.  Nos hará ver que “nadie busca a Dios” (Rom.3:11) y que el mundo perdido tiene tanto anhelo de conocer la verdad como el anhelo que tiene un criminal para hallar a un policía (Juan 3:19-21). Nos hará ver el gran peligro de ser un tropiezo para los que profesan ser creyentes (Lucas 17:1-2), y que tendremos que rendir cuentas ante Dios por cada palabra que salga de nuestra boca y que escribamos. Nos hará ver nuestra necesidad de estudiar las Escrituras con diligencia (2 Tim.2:15), y ver que la salud espiritual de nuestra congregación depende de nuestra propia salud espiritual y nuestra doctrina (1 Tim.4:16).


Si algo queda claro con este artículo, es que Jesús Adrian Romero desgraciadamente no cree ni obedece la Palabra de Dios, y eso le hace un testigo deshonesto. Que el Señor le tenga misericordia; yo sí estoy, y estaré, orando por él.


3 comentarios:

  1. Creo que usted saca muchas cosas de contexto y cual si fuera Dios, Omnisciente, declara y sentencia sin temor a equivocarse y con total soberbia y superioridad, que Jesús Adrián Romero DEFINITIVAMENTE no conoce a Dios.
    Ya que tan en desacuerdo está con él, lo invito a demostrar CIENTÍFICAMENTE, que la Biblia es, en efecto, la Palabra de Dios.
    CIENTÍFICAMENTE.
    Ante sus razonamientos, deberíamos tirar a la basura el libro de Gálatas y de Hebreos. Es más, deberíamos descartar toda la Biblia, ésa que usted tanto defiende como inspirada por Dios y que, curiosamente, deja en claro que la Salvación se obtiene EXCLUSIVAMENTE por FE.

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  2. Hola Anasthassia Art +Design,

    Gracias por escribir. Ante todo, creo que usted no ha entendido lo que he escrito. Sugiero leer mi entrada otra vez, y cuidadosamente, especialmente la parte sobre la Biblia siendo la autoridad final. Entiendo que lo que escribí puede ser un poco complejo, por lo tanto sugerí reflexionar en mis palabras.

    Segundo, confieso que realmente no entiendo lo que usted me está diciendo. ¿Usted cree en la Palabra de Dios? ¿Cree en la salvación únicamente por la fe en Cristo (tal como lo dice la Biblia)? ¿O se está burlando de todo esto?

    Tercero, lo que sí entendí de sus palabras fue su reto de comprobar la Biblia científicamente. Nuevamente, recomiendo leer otra vez mi entrada (y las otras entradas que he escrito tratando con Jesús Adrían Romero).

    Pero lo que sí le diré es que ese reto mismo de usted ("lo invito a demostrar CIENTÍFICAMENTE, que la Biblia es, en efecto, la Palabra de Dios.") solo demuestra que la Palabra de Dios es verdadera...pues, su pregunta presupone un estándar de la certeza y verdad. Sin la existencia del Dios que nos ha dado las Escrituras, no pudiéramos tener un estándar de la certeza ni la verdad, ni la lógica. Ni pudiéramos hacer la ciencia misma. La Palabra de Dios tiene que ser verdadera, pues esta provee el fundamento para la verdad, lógica e incluso la ciencia. ¡Si la Palabra de Dios no fuera la verdad, usted ni siquiera pudiera hacerme el reto que usted me ha hecho! :-)

    Es necesario empezar con Dios y Su Palabra (es decir, presuponerla) para que todo en este universo tenga sentido. Como bien nos dice 1 Pedro 3:15 (LBLA):

    "...sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia"

    Un cristiano presenta una defensa de su fe al primero comprometerse con, y entregarse a, el Señor Jesucristo y su verdad...creyendo lo que dice el Señor y presuponiendo que su Palabra es la verdad. No al ponerla a un lado y cuestionarla y asumir que alguien puede saber algo aparte de la verdad de la Biblia, como desafortunadamente, Jesús Adrán Romero ha hecho. Espero que lo que dije tenga sentido. Que Dios le bendiga.

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  3. Me parece muy claro que sí una persona se dice cristiano y al mismo tiempo trivializa la autoridad de la Sagrada Escritura, no hay razón para pensar que el tal es Cristiano.
    Bien por la entrada. Hoy en día hace mucha falta este tipo de cuestionamientos a la falsa enseñanza que puede llegar hasta de una simple canción. Ojala pudiera encontrar esto mas seguido.
    Dios le bendiga. Le invito a escribir mas.
    Lo necesitamos mucho. Científicamente comprobado!!!!!!!

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